Si hay algo que me complica del mundo editorial es el hecho de que todo tiene que ver con el dinero. Cuando la literatura toma un matiz monetario o político (para mí) deja se ser cultura. Respeto a aquellos que escriben por moda, pero no lo apoyo (a menos que muestren matices de originalidad). También respeto a los que viven de lo que escriben, pero no a los desesperados que venden su pluma al mejor postor o, peor aún, a los que la prostituyen.
En la colaboración de hoy, Isabel Lam nos invita a reflexionar sobre la creatividad en el oficio de escritor y cómo esta se ve afectada por la repetición sin sentido. ¿Cómo una misma idea puede ser tomada por dos autores distintos y ser desarrollada de forma distinta? No te adelanto más, tienes que leer. :)
El otro día fui a buscar un libro con una amiga y en varias librerías me encontré con obras que parecían ser exactamente lo mismo pero con diferentes portadas. Criaturas míticas adolescentes viviendo en el mundo actual, triángulos amorosos innecesarios en una trama extraña, incluso ¡me topé con una versión zombi de Romeo y Julieta! (juro que no es una broma, en verdad existe). Aunque en el momento fuera un chiste, me hizo pensar en un tema serio: ¿ha muerto la creatividad en la literatura?
Últimamente nos hemos encontrado con temas comunes en todo tipo de obras, ya sea fílmica, dibujada o escrita. Un niño huérfano salva al mundo, una joven aparentemente fuerte debe decidir entre un chico bueno y otro malo, una mujer divorciada busca rearmar su vida… la lista es enorme, pero me di cuenta de que el problema no son los temas repetidos, sino cómo son ejecutados.
Muchos critican la comedia romántica con el argumento de ser un género mediocre, pero una de las obras literarias más amadas universalmente es una comedia romántica del siglo XIX: Orgullo y prejuicio. Otros dicen que el romance en la escritura ha desaparecido, pero basan su opinión en libros que no son románticos, ya sea porque están mal clasificados o porque el autor confunde romance con sadomasoquismo o erotismo. Y sin salirnos del tema, ¿por qué hay tantas personas que creen que ha muerto la creatividad?
Primero hay que pensar en la triste realidad: el mundo se mueve con el dinero. Por más que un escritor diga que escribe por pasión, hay que ser realistas y recordar que no todos piensan así. Hay quienes deciden enfocarse en el dinero y dejan de lado la creatividad; escriben apuntando a un público dispuesto a pagarles por leer.
Esta realidad no es nueva, pero en nuestra época digitalizada es mucho más sencillo notarlo. Encontramos libros con una trama vulgar y que muchas veces son adaptaciones de películas, lo que de alguna manera hace que el texto sea todavía más mediocre. ¿Por qué lo hacen? La respuesta, tristemente, es obvia…
Lo anterior no debería ser razón para quitarnos la inspiración, al contrario. Uno como escritor busca escribir por el simple placer de crear una historia y compartirla, no hay que dejar que esas personas codiciosas nos quiten el entusiasmo con sus supuestas obras literarias que abarcan los temas más populares.
Hay personas que culpan a los sistemas educativos por la falta de la creatividad, con el argumento de que la educación actual modela la mente de los niños hasta destruirles la imaginación. Aunque en algunos casos sea cierto, creo que la mayoría de las veces sucede por el poco interés de los padres en fomentar la imaginación de sus hijos. Recordemos que la educación comienza en el hogar, así que los adultos pueden anotar a su hijo en algún taller creativo, enseñarle el hábito de la lectura y la escritura, etcétera.
La creatividad puede ser vista como un compromiso propio: necesitas ejercitarla para hacerla más fuerte. Así que depende de cada persona hacerlo o no. Culpar a los demás por la falta de creatividad no es una excusa viable que ayudará al escritor a crecer.
Como se sabe, hay temas comunes y muchas veces caemos en el error de pensar que las ideas pertenecen a un autor específico. Borges, en su ensayo La flor de Coleridge, trabaja de una manera muy interesante este tema. Analiza la evolución de las ideas particulares en el mundo literario y busca mostrarnos que todos los autores son parte de uno solo, lo que permite que se compartan ideales.
Ofrece el ejemplo de dos autores, quienes sin conocer la obra del otro desarrollan una idea similar pero a la vez diferente. El primer autor escribe sobre una flor que es presentada como prueba de haber cruzado el paraíso. Y el segundo, sobre un hombre que viaja físicamente al futuro y al regresar lo hace con una flor marchita. Ambos textos comparten la misma idea: traer una flor como evidencia de un viaje. ¿Eso lo hace menos creativo? ¡Por supuesto que no!
El primer autor desarrolló la idea por un camino más espiritual, mientras que el segundo utilizó la tecnología para viajar en el tiempo. ¡Eso es la creatividad, mis queridos amigos! Tomar una idea y manipularla a tu antojo para aportar algo nuevo.
No, la creatividad no ha muerto, y mientras sigan existiendo nuevos autores sin miedo a expresarse, jamás morirá. Cuando escuches a alguien quejándose de cómo la creatividad ha desaparecido, no escuches. Hay muchísimos elementos que jamás se habían presentado en la literatura y que esperan ser explotados.
Así que te animo a ver el mundo de una manera diferente. Toma riesgos en tu proceso creativo y se creativo. Pero sobre todo, no dejes que nadie te diga que no puedes escribir, porque eres tú quien tiene el teclado en tus manos. Mantén tu mente abierta, pues no sabes cuándo las ideas aparecerán.
Y tú, ¿qué piensas sobre este tema? ¿Consideras que ha muerto la creatividad en la literatura? ¿Qué opinas sobre aquellos escritores que escriben por moda, sin pasión alguna por las letras? ¿De qué forma puedes hacer tuya una idea usada por otro autor? Como siempre, no olvides pasarte a comentar y compartir esta entrada. Te lo agradeceremos muchísimo.