Una tarde cualquiera de los años 70 me tropecé con ellos. No era necesario realizar zapping alguno, por entonces en mi casa solo se podía ver un canal, así que difícilmente era evitable tropezarse con lo que aquella televisión tuviera en gracia emitir. Gracia, por cierto con más habilidad, calidad e intelecto que lo que vomitan hoy muchas cadenas generalistas. Llamaba mucho la atención de aquellos payasos, conocidos desde entonces como los de la tele, un hecho diferenciador y una identidad propia, que apenas iban maquilados. Su única máscara ante el público eran una peluca y una nariz de payaso, aparte de sus vestimentas y zapatones. El payaso blanco, el que representa la sensatez del grupo, no presentaba ningún adorno especial que ocultara su rostro. Gaby, Fofó, Miliki y Fofito tenían la virtud de ofrecer un humor sencillo y directo, sin alambiques de payasos intelectuales o demasiado perdidos en la parafernalia. Además ofrecían algo novedoso, una historia propia en cada capítulo, plena de situaciones chapuceras y absurdas. Fofó y Miliki representaban a dos trotamundos que aspiraban a ser churreros, pero siempre intentaban progresar en la vida realizando trabajos para los cuales no estaban cualificados. Fontaneros, albañiles y otras profesiones, eran el vehículo ideal para el caos, que siempre sufrían en sus carnes Gaby o el señor Chinarro. Éste último se había convertido en el quinto payaso, emulando lo que años atrás había sucedido con Margaret Dumont y los hermanos Marx. Vistas hoy, aquellas historietas guardan toda su frescura, dentro de la ingenuidad y del humor blanco tan aparentemente fácil de hacer, pero que guarda una dificultad ciertamente notable. Hoy ha fallecido Emilio Aragón Bermúdez, también conocido como Miliki, se ha reunido con sus hermanos Gaby y Fofó y para siempre recordaremos que, en un momento de nuestra infancia, nos hizo sentir el placer impagable de una sonrisa y la carcajada feliz que sólo los niños pueden expresar.