Cuando esta mañana he visto en uno de los estantes de la librería Ana, la de Avonlea, de L. M. Montgomery, la emoción de verlo publicado ha sido igual que la tristeza de saber que no me lo podía llevar a casa. Aunque sólo haya leído el primer libro, Ana, la de tejas verdes (leedlo, os obligo), caí complementada encantada de su protagonista. Toromítico parece que está cumpliendo lo que prometió: publicar toda la saga de ocho libros que se encontraba descatalogada.
En Ana, la de Avonlea, el tierno personaje creado por la canadiense L. M. Montgomery se enfrenta a nuevos retos como maestra de la escuela y fundadora de la Sociedad de Fomento de Avonlea, sociedad juvenil pensada para mejora del lugar. Su imaginación y su vitalidad seguirán haciendo que se vea envuelta en divertidos malentendidos y nuevos problemas que tendrá que resolver. Mientras Ana Shirley se convierte en mujer, sus aventuras y ocurrencias nos divertirán y tocaran nuestro corazón. Esta obra, al igual que toda la serie de Ana Shirley, conjuga los valores de la vida rural y la familia con las cuestiones universales que todos nos planteamos en algún momento, como la pertenencia a una tierra, el valor de la amistad o la esencia del amor.