Era julio cuando contaba que la compra de un coche nuevo se había convertido casi en una necesidad. Lo cierto es que la idea de comprar un coche nos lleva rondando la cabeza muchísimo tiempo pero nunca encontrábamos el momento. La inversión que supone era demasiado importante como para tomar la decisión de manera alocada.
Los últimos meses han sido un cúmulo de sentimientos encontrados, sobre todo por mi parte. Yo le tengo un cariño inmenso a mi coche. Siempre quise conducir, ya de niña me encantaba imitar a mi padre desde el asiento trasero de su coche y cuando me saqué el carnet al poco de cumplir los 18 y me lo compraron fui feliz. Me dió independencia y libertad, me facilitó ir a estudiar a muchos sitios, fue una ayuda importante cuando mi abuelo entró en fase terminal con el alzehimer, acortó la distancia de 40 km que había entre mi marido y yo en nuestra etapa de novios... Una década entera, muchas vivencias, muchos recuerdos, incluso muchas locuras....
La otra cara de la moneda ha sido la cruda realidad. Un coche sin ABS, sin más airbag que el de conductor, con un maletero minúsculo, un habitáculo muy reducido, chirridos por todas partes... En los últimos años hemos intentado cogerlo lo menos posible por la sencilla razón de que ya no me daba seguridad. Me quedé embarazada y, al miedo que ya de por si me daba conducir, se le añadió la sensación de ir en un coche inseguro. Más aún cuando tuvimos al niño.
La gota que ha colmado el vaso la tuvimos hace unos días. Llamé al taller para solicitar presupuesto y cita para la revisión de los 100.000 kilómetros y una puesta a punto. El importe estimado, y sin meterse en grandes mejoras, era de unos 900 euros. Ahí decidimos que no, que no íbamos a seguir gastando más dinero en un coche que ya era un pozo sin fondo.
Aprovechando las vacaciones de mi marido hemos estado visitando concesionarios y hoy hemos cerrado la operación. ¡Dentro de un mes tendremos coche nuevo!.
Estoy muy contenta. El coche nos gusta mucho, hemos conseguido un buen precio y una gran financiación (se nota que la cosa está muy mala) y tiene un equipamiento y un maletero fantásticos. Además, esta es la primera compra importante que afrontamos mi marido y yo juntos, algo que nos ilusiona mucho. De hecho, ¡para mi marido es su primer coche!. Muchos motivos para estar contentos.
Eso sí, no dejo de pensar en cómo cambian las cosas. Con 18 años no me preocupaba nada más que disfrutarlo. Ahora me preocupa poder pagarlo, tener cuidado con él, no correr innecesariamente, conseguir el mejor seguro posible... 10 años son muchos años, para el coche y para mi.