Habemus pacto de pensiones

Publicado el 31 enero 2011 por Trinitro @trinitro


Al final, después de las semanas de negociaciones, tenemos pacto de pensiones entre gobierno, patronal y sindicatos.

El pacto tienen aspectos que no me gustan, eso no se puede negar, ni los sindicatos (al menos la gente de dentro que se toma a sí mismo algo más seriamente) lo reconocen.

Alargar los años necesarios para cobrar el 100% de la jubilación de 35 a 37 años es evidentemente algo que no gusta. Como tampoco que si alguien quiera jubilarse con el 100% a los 65 años tenga que haber cotizado 38,5 años.

Por otro lado, el acuerdo incluye aspectos positivos, el contabilizar en la cotización los períodos de prácticas, la maternidad o el tiempo destinado a estudio hace que perfiles especialmente vulnerables (los actuales jóvenes, y las futuras madres y padres) que tendrán más problemas que otros para alcanzar el período de jubilación para conseguir el 100% de la pensión, es algo que es muy positivo, o se solventa lagunas de cotización que existían o se comienzan a igualar la jubilación de los trabajadores autónomos con los de los asalariados.

Por no hablar que hay aspectos más neutrales, por ejemplo que el período de cálculo se prolongue a los últimos 25 años y no a los últimos 15, perjudicará a los que han trabajado siempre en la misma empresa (y que vía trienios y promociones internas tendrán mejor sueldo a los 55 años que a los 45), pero beneficiará al conjunto de trabajadores que sufren cambios de empleo (y a los 55 pueden negociar sueldos más bajos que con 45 o 40 años).

El escenario de escoger entre dos males

Se puede achacar que los sindicatos han negociado a pérdidas y por tanto han traicionado a “la clase trabajadora”. Hay críticas legítimas y bien construidas en este sentido, pero que tienen en cuenta la realidad con la que se trabajaba.

Los sindicatos en este escenario tenían 2 opciones. Negociar e intentar rebajar la rebaja de derechos o lanzarse a la lucha con la esperanza de frenarlo de golpe. El purismo ideológico radica en que lo mejor hubiera sido lo segundo.

Todos sabemos que hay en una negociación, la presentación de las fuerzas reales de las partes son indicadores de las posibilidades de presión de cada uno de los negociarores. La amenaza de una huelga general solo es creible si hay de base la credibilidad que esta vez iba a ser secundada. Lo peor que pueden hacer los sindicatos es convocar una huelga general y fracasar.

¿Era posible que la huelga general en enero o febrero funcionara? Francamente muy difícil, el éxito parcial del 29 de septiembre es difícil de repetir ahora mismo. Las pruebas son que los actos de movilización de diciembre de los sindicatos fueron poco seguidos, y los propios sindicatos tenían indicadores de sus bases de que en las empresas no había el estado de agitación y ganas de salir a la calle como para ganar una huelga general.

Los datos son aplastantes, la huelga general que convocaron los sindicatos minoritarios ha sido ridiculamente seguida. En Barcelona, por ejemplo, la propia CGT calculaba el seguimiento en empresas donde son mayoritarios y su poder de movilización (y la capacidad de organizarse y movilizarse tradicionalmente ha sido alta) es muy grande, como TMB, fue seguida por un 30% ridículo de la plantilla (según datos de la CGT de la empresa). Una huelga general que no fué secundada ni por los propios afiliados de estos sindicatos minoritarios, lo cuál indica que no hay mucho más que añadir. Si la huelga del 29 S fue un éxito parcial la convocada por los sindicatos minoritarios sólo analizada en las empresas donde ellos están fuertes ha sido un gran fiasco.

Por tanto, ¿con estos mimbres que tipo de escenarios tienen los sindicatos? Unos ciudadanos que no ante la tesitura de secundar mediante el silencio las negociaciones que se estén dando o bien mediante la acción a las alternativas más reivindicativas de los sindicatos minoritarios optaron de forma aplastante e indiscutible, afiliados de los sindicatos minoritarios incluidos, por ir a trabajar y no hacer huelga.

Por tanto el escenario de combate sindical purista no tenía más resultado posible que un tortazo.

Ergo… si los sindicatos pretenden ser útiles y servir de algo a los trabajadores tenían que negociar para palaiar la propuesta del gobierno. ¿Qué se ha conseguido en la negociación?

  • Que se pueda jubilar a los 65 años si se tienen bastantes años cotizados, en la propuesta de ZP esto no era así.
  • Jubilarse con el 100% con 37 años no con 40 años como ha llegado a plantaear el gobierno.
  • Introducir medidas paliativas para los becarios, maternidad, estudios, etc..
  • Introducir excepciones para trabajos penosos y peligrosos.
  • Mantener el mínimo de 15 años para conseguir la jubilación mínima, las propuestas gubernamentales era elevar esta edad.
  • Se ha recuperado la ayuda de 400€ para parados de larga duración y se han abierto vías de negociación que palíen los efectos negativos de la reforma laboral y se negocie la reforma de la negociación colectiva.
  • En caso de crisis las personas se van a poder jubilar anticipadamente a los 61 años.

Pero todo esto es una elección de un mal menor, no nos engañemos, la situación de crisis ha forzado a negociar la reforma de las pensiones en una situación de debilidad.

Es cierto que las pensiones requerían un pacto para garantizar su futuro… pero el pacto no era imprescindible hacerlo ahora con una debilidad por parte del mundo del trabajo en la negociación, las pensiones estaban garantizadas hasta el 2026, ahora ya lo están hasta el 2040, pero no era urgente negociarlo. Es una estrategia trilera del gobierno de Zapatero poner las pensiones en la negociación ya que cualquier modificación que hagamos ahora no mejora o empeora la situación financiera de las arcas públicas, a parte que las pensiones hoy ya tenían superávit (11.000M€ en el 2010), los mercados financieros podían exigirlo pero no hay razones objetivas para que fuera necesrio hacerlo ahora. Hay cosas más urgentes, la verdad.

El problema que queda a la izquierda, al sindicalismo y a la política

No nos podemos conformar con el tema que la gente no reacciona muy a la contra de la reforma de las pensiones. No ha habido un aluvión de bajas en las sedes de los sindicatos y en general, aunque los comentarios en los medios no son para llamarlos guapos, son menos intensos incluso que cuando convocaron la huelga general. Para ser una medida aparentemente negativa que firman los sindicatos, la reacción social y de los propios afiliados no ha sido especialmente contraria a la firma. Con el silencio se asume el “no es para tanto” y el lema “al menos se ha conseguido algunas cosas a cambio”.

Ahora bien, no se debería considerar esto una victoria, y me alegro que al menos uno de los sindicatos firmantes no lo considere una victoria, sinó una negociación donde se han perdido cosas para ganar y no perder otras. Detrás de todo esto hay un escenario de recortes sociales y retroceso político que no puede achacarse únicamente al mundo sindical, sino al conjunto de la izquierda y también de la política frente a los mercados financieros. Hay alternativas, hay países que han tomado derroteros distintos (incluso el Reino Unido ha creado un impuesto a las transanciones financieras) y hay escenarios que desde la izquierda y la política se deben afrontar.

Los mercados financieros y el yihadismo capitalista está forzando reformas y negociaciones ahora, con el poder negociador de estados y clases trabajadoras más tocados que nunca en los últimos 30 años, y por ello están colándonos soluciones como si fueran las únicas, cuando hay alternativas. Y eso es lo que hemos de reconstruir, la capacidad de negociación y fuerza de la política frente a un poder ideológico-económico concreto.