Había una vez...un cuento

Por Sandra @sandraferrerv

Los cuentos han formado parte de la infancia desde el principio de los tiempos. ¿Quién no recuerda haber leído en su niñezlas historias de niños perdidos, brujas maléficas, princesas en apuros y héroes valientes? Historias que se repiten una y otra vez en millones de hogares a la luz de un fuego, una vela o una luz tenue. Relatadas por madres amorosas, abuelos sabios y jefes de tribu. Escritos, hablados, interpretados, los relatos fantásticos de seres excepcionales que nos entretienen y a la vez nos enseñan los grandes valores de la vida se remontan a muchos miles de años. El primer cuentoLlegar a encontrar cuál fue el primer cuento como tal me parece que es tarea imposible. Antes de la escritura, es más que seguro que aquellos pueblos que pintaban en cuevas figuras animales y humanas o símbolos extraños, hubieran sido capaces de desarrollar de un modo primitivo la capacidad de narrar alguna historia. Desde que el hombre fue capaz de asumir en su vida conceptos abstractos que no alcanzaba a ver como las creencias en seres superiores, bases de las primeras religiones, también podrían haber imaginado mundos paralelos a aquel que podían observar. Pero esto no es más que una elucubración mía. Lo que sí está documentado y más o menos aceptado como el primer cuento de la historia, o al menos el primer cuento conocido, es el Relato de los dos hermanos o la historia de Anpu y Bata. Un cuento escrito en un papiro hace más de 3 mil años de la mano de un escriba llamado Ennana por orden del faraón Seti II. Una de sus copias se conserva en el Museo Británico de Londres aunque se hicieron muchas otras hoy desaparecidas. 

Papiro Orbiney | Museo Británico

Ese primer cuento narraba la historia de dos hermanos separados por culpa de la esposa de Anpu que, durante una ausencia de su marido, intenta seducir a su cuñado Bata. A partir de ahí se inicia un largo relato de desdichas de las cuales sólo ella sale bastante mal parada. 

La bruja Circe

La civilización griega también fue la cuna de muchos cuentos que han pervivido a lo largo de los siglos, somo el clásico relato del rey de Macedonia llamado Midas, o de estereotipos que se han versionado hasta la saciedad. La bruja Circe, creada por Homero en su Odisea, inspiró muchos otros personajes malignos femeninos o héroes como Jasón o Perseo que debían someterse a duras pruebas para conseguir el amor de una bella dama inspiraron la figura de muchos príncipes azules. Multitud cuentos populares que corrieron por los campos de Europa durante siglos querían enseñar a los más pequeños a portarse bien, so pena de sufrir las desdichas de algunos de sus personajes, como la pobre Caperucita, que fue engullida por las fauces del lobo por no haber obedecido a su madre.Los grandes cuenta cuentosCharles Perrault en el siglo XVII y los hermanos Grimm unos cuantos años más tarde, entre el XVIII y el XIX, convirtieron los muchos relatos transmitidos de generación en generación por vía oral, en palabras escritas e inmortales. 

La Cenicienta

Perrault fue el artífice de un nuevo estilo, los cuentos de hadas. Con su pluma relató las historias del Gato con botas, la Bella Durmiente, la Cenicienta, Pulgarcito, Caperucita roja  y muchos otros.Los hermanos Grimm dedicaron parte de su obra a versionar estos y otros cuentos y ha crear otros nuevos como Rapunzel.

Un cuento, una enseñanza


Al final, todos los cuentos que los niños han conocido en su infancia, han sido una manera divertida de recibir lecciones de vida. Aprender a portarse bien gracias a Caperucita, ser bondadosa como Cenicienta o respetar las normas porque romperlas tiene trágicos destinos, como aprendió la desdichada Sirenita, la del cuento de verdad, no la de Disney, claro está. La moraleja que también aparece en las fábulas, es uno de los elementos cruciales en los cuentos. Todos los caminos de los cuentos, con sus brujas, elfos, hadas, niños, príncipes y princesas, llegan siempre al mismo lugar, el de la larga lista de virtudes que todos los adultos queremos que nuestros pequeños adopten como algo innato y no las olviden cuando crezcan. Y colorín colorado... este cuento no se ha acabado. Porque espero seguir indagando sobre el sentido verdadero de los cuentos que saltan por los rincones más escondidos de mi memoria.