Principios universales
Decía un adagio árabe: “Habla solo cuando tus palabras sean más dulces que tu silencio”. De tal manera que si no tenemos nada bueno que decir, debemos aprender a guardar silencio.
El Principio del Mentalismo
“Todo es mental”, que es lo mismo que decir que “uno puede crear lo que cree”.
Si creemos en cosas positivas, atraeremos y crearemos condiciones y circunstancias positivas a nuestro alrededor. Pero si por el contrario, nos dejamos arrastrar por el negativismo y estamos todo el tiempo pensando en cosas negativas, las atraemos y las materializamos en nuestra vida, y alrededor nuestro.
Imagen: paradigmaterrestre.
Todo es consecuencia de una actitud mental y de un acto de voluntad. Si creemos, creamos. Nuestra mente es creadora. Es una parte ínfima de la esencia universal, pero semejante a ella. Como dicen las Sagradas Escrituras: “Dioses sois, hijos del Altísimo”. Debemos aprender a orientar y administrar de manera positiva esa divinidad.
En éste principio se debe trabajar la concentración, la voluntad y la sabiduría.
Para memorizar más fácilmente éste principio, lo relacionamos y ubicamos con el vórtice, chakra o rueda de energía de nuestra coronilla (encima de la cabeza).
El Principio de Correspondencia
“Así como es arriba así es abajo, y viceversa”, esto significa que las mismas leyes que organizan el macrocosmos (el Universo), regulan el microcosmos, que es el universo interior de cada uno. Si queremos conocer cómo funciona el universo, pues debemos empezar por conocernos primero a nosotros mismo.
Si iniciamos el proceso del autoconocimiento sabremos cómo se mueve todo, y cómo podemos modificarlo. Si queremos que nuestra pareja cambie, que cambien nuestros hijos, o que cambie nuestra familia, el vecino y hasta el mundo, debemos empezar por cambiar nosotros, porque somos como un espejo mágico, en donde todo y todos se reflejan. Si queremos que esa imagen cambie tenemos que hacer magia interior para reflejarlo en el exterior. Es a través nuestro que se inicia la reacción en cadena, porque como ya dijimos antes, somos dioses creadores, arquitectos de nuestra propia realidad.
En éste principio se debe trabajar el despertar de la conciencia, el discernimiento y la intuición.
Esta ley la relacionamos con el vórtice de la frente, el entrecejo, y la ubicamos para memorizarla en esa posición.
El Principio de Vibración
“Todo vibra, todo está en movimiento”, todo se mueve hacia un cambio, hacia su propia transformación; pero también este principio tiene que ver con el poder del sonido que se manifiesta en nosotros a través de la palabra, como “La Magia del Verbo”. Esto quiere decir que “uno concreta lo que decreta”.
En el evangelio de San Juan dice: “En el principio era el Verbo (la palabra), y la palabra era Dios, y la palabra estaba al lado de Dios, y por la palabra todas las cosas fueron hechas”. Qué importante entonces es la palabra si se le asigna ese poder de materializar intenciones.
Debemos tener mucho cuidado con las cosas que decimos porque la palabra es creadora, y tiene su propia carga vibratoria que puede contaminar el ambiente o lo puede elevar vibratoriamente.
Decía un adagio árabe: “Habla solo cuando tus palabras sean más dulces que tu silencio”. De tal manera que si no tenemos nada bueno que decir, debemos aprender a guardar silencio.
La palabra es la que da forma a las cosas. Por la palabra se puede construir o destruir. La palabra es una llave que puede abrir puertas entre las dimensiones, así como puede aperturar las conciencias y los corazones de los semejantes, pero sólo si se emplea adecuadamente.
En éste principio se debe trabajar con la respiración, el autocontrol, la inteligencia, la autobservación, la prudencia y la pureza.
La ubicación de este principio sería a la altura de la garganta.
El Principio de Polaridad
“A toda fuerza se le opone otra contraria de igual intensidad”. Uno mide la importancia de las cosas que realiza en la vida por el grado de dificultad que se genera como reacción contraria.
La vida se encarga continuamente de ponernos a prueba para fortalecer nuestra voluntad y convicción, pero muchas de estas pruebas son consecuencia de la misma acción generada con nuestras decisiones y actitudes previas.
Los cristales se forman en el interior de la Tierra debido a grandes presiones. Exactamente igual ocurre en el ser humano que se va perfeccionando a través de presiones, pruebas y dificultades que se le van presentando en el camino de la vida.
El problema en la vida no es cuando hay problemas, sino cuando no los hay, porque entonces debemos pensar que lo que estamos haciendo no tiene mayor trascendencia, o es que en cualquier momento se darán las dificultades que se encuentran como represadas, y hay que estar preparado para ello.
En el libro del Quijote, su autor Miguel de Cervantes pone en boca del famoso hidalgo: “Ladran los perros Sancho, señal de que avanzamos”.
En ésta ley se debe trabajar la perseverancia, la paciencia, la tolerancia y la convicción.
Este principio lo ubicamos a la altura del vórtice del corazón.
El Principio del Ritmo
“Todo va y viene. Nada permanece igual para siempre”. Todo está sujeto a fluctuaciones, todo cambia, todo está sujeto a variaciones y a permanentes modificaciones; todo se mueve como un péndulo.
No siempre estaremos bien, ni siempre mal. “Cuanto más oscura esta la noche, señal es que el día está más cerca”. Todo en la vida está sujeto a ritmos que pueden llegar a ser controlados por nuestra voluntad y conciencia. Nuestra vida puede y debe ser dirigida por nuestra voluntad y conciencia, procurando lo mejor, aprendiendo previamente s reconocer qué es lo mejor.
En esta ley se deberá trabajar la voluntad, la fe, la paciencia, la constancia y la esperanza.
Este principio lo ubicamos a la altura del Plexo Solar, ligeramente por encima del ombligo.
El Principio de Causa y Efecto
“Toda causa tiene su efecto. Todo efecto tiene una causa; todo obedece a leyes universales”. Nada ocurre porque sí, todo es producto de una razón o motivo, y además, todo apunta en una dirección.
Dicen las Sagradas Escrituras: “Has con otros como quisieras que hicieran contigo, no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”.
He aquí la regla de oro en el comportamiento de nuestra vida para construir una atmósfera alrededor nuestro de paz y armonía.
Los seres humanos somos el resultado de nuestras existencias pasadas, nadie está improvisado en el camino. Todo en nuestra vida es consecuencia de las necesidades de nuestro actual aprendizaje y de las decisiones, pensamientos y actos con los que sembramos nuestro camino a lo largo de nuestras existencias, incluyendo la presente.
La cosecha de nuestra vida es el producto de la siembra de nuestras acciones.
Esta ley universal es la base del concepto de la reencarnación, de la existencia de las vidas sucesivas como proceso de aprendizaje y crecimiento.
En ésta sexta ley se ha de trabajar el servicio con discernimiento, bondad y con decisión.
Este principio lo ubicamos a la altura de los órganos sexuales.
El Principio de Generación
“Todo tiene su principio masculino y femenino, su positivo y su negativo; todo busca su complementación. Los opuestos son necesarios para el crecimiento de ambos”. Todo en el universo busca su complementación, así la luz y la oscuridad, lo bueno y lo malo.
Con el tiempo uno llega a darse cuenta que hasta lo malo en la vida no es tan malo, porque hace que lo bueno sea más bueno.
¿Quién sabría valorar la luz del día si antes no pasa por las tinieblas de la noche?
En esta séptima ley habremos de trabajar la comprensión, la tolerancia, el respeto y el amor.
Este principio lo relacionamos y ubicamos con el primer chakra ubicado en el cóxis.
¿Cómo accionar las Leyes y Principios Universales?
Cada vez que nosotros hacemos una oración, o un ejercicio de canalización de energías, o nos imaginamos que nos protegemos creando mentalmente una cúpula de protección, o hacemos una cadena de sanación o de irradiación al planeta, o hacemos una imposición de manos a alguien, o deseamos algo con fe estamos accionando las Leyes y Principios Universales.
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