Título original: Parlami d’amore
Director: Silvio Muccino
Guionistas: Silvio Muccino
Carla Vangelista
Intérpretes: Silvio Muccino
Aitana Sánchez-Gijón
Carolina Crescentini
Geraldine Chaplin
Giorgio Colangeli
Flavio Parenti
Productores: Marco Chimenz
Giovanni Stabilini
Riccardo Tozzi
Fotografía: Arnaldo Catinari
Música: Andrea Guerra
Montaje: Patrizio Marone
Nacionalidad: Italia
España
Año: 2.008
Duración: 109 minutos
Edad: 13 años
Género: Comedia, Romántica
Distribuidora: Zeta Audiovisual, S. A.
Estreno: 17-07-2.009
Página WEB: Web Oficial de la película en España
Web Oficial de la distribuidora en España
Tráiler de la película en YouTube
Calificación:
Crítica: 5,054 Espectadores: 15.391
Vizcaya: 5,377 Recaudación: 93.664,15 €
España: Puntos (Popularidad):
Rugoleor: Ratio de popularidad:
Sinopsis:
Sasha es un chico de veinticinco años que se asoma tímidamente al mundo. Hijo de dos drogadictos, ha crecido en Borgo Fiorito, una comunidad de recuperación para toxicodependientes, lejos de la vida real. Allí ha conocido a Benedetta, una chiquilla de su edad, hija de un de un benefactor externo, que cada Domingo va a visitar Borgo Fiorito, llevándole una ráfaga de ese mundo verdadero que parece que a él se le ha negado. Es inevitable, Sasha se enamora de Benedetta. Nicole es una mujer que ha pasado los cuarenta. Bella, inteligente, irónica. Tras suicidarse el hombre al que amaba se fue de Francia, se casó con Lorenzo e hizo de todo para olvidar quién era y qué quería. Se ha escondido de la vida. Un accidente de coche hace que Sasha y Nicole se encuentren y se reconozcan inmediatamente como iguales. Y mientras Nicole ayuda a Sasha a conquistar a Benedetta, la profesora y el alumno crean una intimidad de pensamientos y de emociones que no les asustan, que se suceden naturalmente, dejándose llevar.
Más amor a la italiana, pero con un toque dramático y participación de nuestra Aitana Sánchez-Gijón. El actor Silvio Muccino, hermano de Gabriele Muccino (“El último beso”), debuta tras la cámara adaptando su propia novela. También protagonista, aparece como el risueño hijo de una pareja de toxicómanos que acaba de salir de un centro de acogida y trata de buscarse la vida. En el camino, encontrará una bella psiquiatra atormentada por un amor que acabó en tragedia.
Crítica:
20.07.2009 – JOSU EGUREN
Ego, me, mei
Choque de trenes fotogénicos entre Aitana y Silvio, hermanísimo del director de pasteladas americanas como “Siete almas” y “En busca de la felicidad”. Gana por K.O. el joven potro italiano porque es más joven, dirige “il suo filme” y tiene un ego al que se le quedan cortos 30.000 metros de celuloide para explotar. En su debut, la polifacética estrella romana apunta alto, tanto que mata con el mismo tiro dos clásicos de la talla de “El buscavidas” y “L’Atalante” de Jean Vigo (anoten bien), aunque no le hace ascos a tomar prestadas referencias literarias como el “Cyrano” de Edmond Rostand. La historia es simple: chico enamorado de una Roxana cocainómana que busca el consejo de una experta en el arte de la seducción, pero Silvio se las arregla para complicar la trama ampliando los márgenes de la comedia romántica hasta abarcar el clásico melodrama de ascenso, caída y redención.
Al “Háblame del amor” de Muccino se le ven las costuras por todos lados, y ya en su primera secuencia telegráfica muestra su pretérita y desaforada admiración por el videoclip. La música de Andrea Guerra -molesta, machacona y delatora- irrumpe en todos los pasajes de la cinta tratando de subrayar cada emoción, algo que se le puede pasar inadvertido al espectador que ande contando las infinitas veces que el director y guionista entra en acción. Cuando se faja en los terrenos románticos a Silvio le basta con echar mano del repertorio que puso en práctica en la taquillera “Manual de Amor”, pero cuando las aguas corren turbias le faltan veinte tallas para llenar el traje del mítico Eddie Felson. Muccino no convence en su papel de joven atormentado que trata de dejar atrás un pasado como hijo de politoxicomanos y jugador compulsivo de póker, y cuando se ve en la obligación de afilar el drama, siempre lo hace sin precipitarse al fondo de un abismo desde el que no tiene recursos para emerger.