El comienzo del año es pródigo en pronósticos.
Casi no pasa un día en el que no se publiquen listados de tendencias, muchas de las cuales se definen con un “Cada vez más….”.
En un mundo inestable como el actual, con cambios rápidos producto de la incorporación de nuevas tecnologías a nuestra vida cotidiana, esos listados de “tendencias” nos producen cierta sensación de tranquilidad y control, de que sabemos por dónde van los tiros y cómo debemos actuar para sintonizar realmente con el cliente y no perder el tren, no quedarnos obsoletos.
Zygmunt Bauman, hace ya más de diez años, nos habló de la modernidad “líquida”, pero recién ahora estamos viendo y sufriendo sus efectos, los cambios se han acelerado y ya no tenemos demasiado claro para adónde vamos. Pero, lamentablemente, la profusión de pronósticos no nos arregla la vida. ¡Algunas de las transformaciones que se señalan vienen enunciándose treinta años por lo menos!
Para realizar una lectura crítica de dichos pronósticos, sugiero tener en cuenta:
- Que las transformaciones muchas veces son de ida y vuelta. En la propia tendencia está la contra-tendencia (por eso algunas marcas lanzaron un móvil “sólo para hablar”).
- Que muchas de las tendencias prosperarán y producirán cambios de comportamientos estables y otras serán modas pasajeras. Todo el mundo se pregunta por el futuro de las redes sociales. El ejemplo Second Life todavía es reciente.
- Que cuando se habla de tendencias todo vale: tanto las que son modas, nuevas formas de resolver deseos y necesidades, hasta las que significan modificaciones de mayor “calado”. Deberíamos poder distinguirlas. Las modificaciones más profundas requieren mucho tiempo para asentarse. En España se suele mencionar la mayor aceptación del “diferente” (homosexual, inmigrante), con lo que esto significa de apertura mental, como un proceso de los últimos treinta y cinco años.
- Hay que entender cuáles son las transformaciones “inevitables” (no se volverá a reivindicar el alcohol y el tabaco, caerá en desuso todo lo que tenga que ver con el maltrato animal, con el “yupismo”…., estará muy mal visto cualquier enfoque empresarial que atente contra la sostenibilidad, etc.).
- Que las nuevas formas de hacer las cosas se solapan con las antiguas. La posibilidad de obtener información y recomendaciones a través de internet no va a reemplazar el peso del vendedor en el punto de venta.
- Que habrá personas que se dejen influir más que otras, como siempre; o, peor aún, que la misma persona tendrá un comportamiento diferente dependiendo del producto de que se trate.
- Que la mayoría de las tendencias que se señalan ahora provienen del auge de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Muy especialmente, de internet y redes sociales. Y que esto nos obliga a revisar nuestros modelos de negocio (¿se fomenta la participación? ¿se pone el énfasis en la relación? ¿sabemos hacerlo?)
- Que nada es “evidente” y menos “racional”. ¿Cómo se entiende la proliferación de productos para la infancia, que convierten las casas con niños en verdaderos parques temáticos y la mayor sofisticación del mercado de las mascotas en un contexto de crisis económica y de búsqueda, según las tendencias, de un consumo más racional y gastando lo menos posible?
- Huir, en lo posible, del pensamiento “Cada vez más…”, cuando estemos tratando de entender un comportamiento social.
Además te dejo algunos enlaces de utilidad para ver tendencias:
trendwatching
JWT
BMG
Milward Brown
Y si quieres que hablemos de cómo las tendencias pueden afectar a tu empresa, no dudes en comentármelo ;-)