Hablar de MUERTE no es fácil. Hablar de MUERTE cuando parte de esa posible y cercana marcha te afecta a ti en primera línea, no es nada fácil de hecho. Hablar conmigo misma de MUERTE, DESPEDIDA y SEPARACIÓN, hacer resonar esas palabras alto y claro en mi cabeza, en mi alma, en mi ser y reflexionar sobre ellas... es duro, difícil y sobrecogedor, pero a la vez, me está enseñando a apaciguar mis miedos. Hablar de MUERTE con una hija que aún no ha cumplido los cuatro años (Autopista hacia el cielo) puede ser, de primeras, impactante, y sin embargo, a mí me resultó mucho más fácil de lo que me resulta hablarlo conmigo misma. ¡Cuantísimo hemos de aprender de nuestros hijos!Hablar de MUERTE cuando aún hay vida que quemar por delante duele, paraliza, bloquea, vacía, asfixia, agota y frustra. Sin embargo, y por mucho que cueste, hay ocasiones que necesitan que así sea. Y cuando esto llega, lo mejor es ponerse el traje de luces y salir a torear al bravo de la manada, con el ALMA AL AIRE, cuerpo a cuerpo y sin barreras. Hablar de MUERTE te golpea en lo más hondo, pero te ayuda a superar fobias, a crecer en practicidad, a creer en el AMOR PURO E INCONDICIONAL, a madurar tus historias, tus lazos y tus convicciones, a pensar en el "SIEMPRE" como un "AQUÍ Y AHORA", a confiar en el "YO POR TI", a sonreír a pesar de todo, a caminar con paso firme, a mirar al frente con respeto, a sentir MIEDO y a superarlo poco a poco, MUY POCO A POCO.HABLAR DE MUERTE hoy no era lo que se dice un plan de primera. Y, sin embargo, pedía a gritos "atención" y urgía invitarlo a comer y merendar.HABLAR DE MUERTE hoy me ha recordado que VIVIR PUEDE SER UNA GRAN AVENTURA.
Hablar de MUERTE no es fácil. Hablar de MUERTE cuando parte de esa posible y cercana marcha te afecta a ti en primera línea, no es nada fácil de hecho. Hablar conmigo misma de MUERTE, DESPEDIDA y SEPARACIÓN, hacer resonar esas palabras alto y claro en mi cabeza, en mi alma, en mi ser y reflexionar sobre ellas... es duro, difícil y sobrecogedor, pero a la vez, me está enseñando a apaciguar mis miedos. Hablar de MUERTE con una hija que aún no ha cumplido los cuatro años (Autopista hacia el cielo) puede ser, de primeras, impactante, y sin embargo, a mí me resultó mucho más fácil de lo que me resulta hablarlo conmigo misma. ¡Cuantísimo hemos de aprender de nuestros hijos!Hablar de MUERTE cuando aún hay vida que quemar por delante duele, paraliza, bloquea, vacía, asfixia, agota y frustra. Sin embargo, y por mucho que cueste, hay ocasiones que necesitan que así sea. Y cuando esto llega, lo mejor es ponerse el traje de luces y salir a torear al bravo de la manada, con el ALMA AL AIRE, cuerpo a cuerpo y sin barreras. Hablar de MUERTE te golpea en lo más hondo, pero te ayuda a superar fobias, a crecer en practicidad, a creer en el AMOR PURO E INCONDICIONAL, a madurar tus historias, tus lazos y tus convicciones, a pensar en el "SIEMPRE" como un "AQUÍ Y AHORA", a confiar en el "YO POR TI", a sonreír a pesar de todo, a caminar con paso firme, a mirar al frente con respeto, a sentir MIEDO y a superarlo poco a poco, MUY POCO A POCO.HABLAR DE MUERTE hoy no era lo que se dice un plan de primera. Y, sin embargo, pedía a gritos "atención" y urgía invitarlo a comer y merendar.HABLAR DE MUERTE hoy me ha recordado que VIVIR PUEDE SER UNA GRAN AVENTURA.