Dead os summer ha sido toda una revelación para mí.
Stillawater os da la bienvenida. Es verano y os esperan unos meses por delante en el bosque a orillas de un precioso lago, ¿qué puede salir mal...?
La ficción cuenta con una banda sonora que me ha encantado y, por supuesto, con una historia que nos devuelve parte de la esencia del cine de terror de los ochenta, ese en el que los giros de guion primaban sobre los efectos especiales. También encontramos de lo segundo en Dead of summer, claro, pero si destaca por algo es por las veces que, pese a lo previsible que puede parecer en un principio, ha conseguido dejarme descolocada y con el cuerpo en tensión.
Las cosas comienzan a ponerse extrañas en el campamento: gente con máscaras, rituales, visiones, una leyenda oscura... Y todos tendrán su papel, aunque os puedo asegurar que hay más de una sorpresa esperando tras cada árbol.
Estos personajes me han conquistado, cada uno a su manera. Y es que empastan a la perfección y crean un heterogéneo grupo, perfecto para esta clase de series: tenemos al servicial agente Garrett, a la diplomática directora Deb, a la popular Jessica, al carismático Alex, al sociable Joel, al histriónico Blair, a la bondadosa Cricket, a Drew el antisocial y a la dulce Amy. Y no olvidemos al hombre alto. Tiene una especial relevancia en la trama.
¿Hay sustos? Sí, estáis avisados. He disfrutado muchísimo viéndola, pero reconozco que me he dado más de un sobresalto.