Si combinamos el ADN del metódico L del manga Death Note y el de los reaccionarios protagonistas de El Club de la lucha tendremos como resultado a Elliot. Este joven de apariencia apática pero comportamiento obsesivo representa una sociedad desencantada, decadente y sumida en la oscuridad que provoca la carencia de motivaciones y objetivos. El genio con un plan maestro en mente que pretende hacer del mundo un lugar mejor, pero que para ello considera que el primer paso es desmontarlo pieza a pieza, capa a capa, para purgar todo lo malo. Él cree que el caos es necesario para alcanzar el orden. Ve los entramados sociopolíticos y los movimientos empresariales como códigos que, mal elaborados o ejecutados, pueden dañar el sistema. Contaminarlo. Considera que unos pocos poderosos, autoproclamados líderes, son el cáncer de esta sociedad enferma, fracturada, alienada y gris de la que forma parte, y quiere cambiarla, aunque eso suponga volarla hasta los cimientos.
El creador ha puesto mucho cuidado a la hora de mostrar códigos informáticos y a ninguno se nos escapan los obvios paralelismos entre la ficticia Fsociety de la serie y la organización Anonymous, que levanta más de una ampolla y divide a la opinión pública.¿Y vosotros, todavía no seguís Mr. Robot? Si la respuesta es no, os animo enérgicamente a darle una oportunidad.