Este proceso, llamado antropomorfización, es lo que hace que nombremos a los huracanes con nombres de humanos o conversemos con nuestras mascotas y también es un signo de inteligencia.
"El reconocer la mente de otro ser humano involucra los mismos procesos que reconocer la mente en otros animales, un dios o un aparato. Es una reflejo de la gran habilidad de nuestro cerebro en lugar de un síntoma de estupidez", concluyó el investigador, en entrevista con la revista Quartz.