Hablar en el césped

Publicado el 16 enero 2015 por Confiesa

     Llevábamos una semana con demasiados gritos y con algún susurro, una semana de portadas a cual más escandalosa, de orgasmos de una prensa madrileña a la que le hacían el trabajo sucio desde casa, y en medio de este caos venía el Atleti al que no le ganábamos desde que llegó Simeone.
     Y en esas que Messi  tras recibir el trofeo que le acredita como máximo goleador de la liga española, tomó la palabra.
Se escoró a la derecha(cuando todos nos quejábamos de que tenía que jugar por el centro) y desde allí mandó, dirigió, asistió y al final marcó el gol de la tranquilidad, una tranquilidad que nos había birlado Undiano Mallenco inventándose un penalti tan ridículo que hasta a él y a los que lo ponen a arbitrar debería avergonzar si tuvieran la capacidad para hacerlo.
     Desde allí, Messi gritó a los cuatro vientos y el público, que esta vez acudió en masa, se unió a sus gritos pidiendo unidad, y a los gritos de Leo se unieron también Neymar y Suárez gritándole a Luis Enrique con su juego, que ellos han de estar en el campo, que son los mejores delanteros, y que los experimentos los deje para partidos fáciles, en casa y para torneos de menos importancia, y nunca cuando nos estamos jugando la vida como en Anoeta o como ayer.
     Un grito más apagado pero lleno de vida lanzó Rakitic pidiendo la titularidad porque hace lo que sabe hacer, porque defiende, porque roba balones y porque es capaz de dar equilibrio y velocidad, sin tener que elegir entre ambas virtudes.

     Mientras, en el banquillo, Luis Enrique, con cara de sentenciado parecía agotar sus últimos momentos en su club, agobiado, incapaz de salir en la rueda de prensa a defender a Messi, manteniendo artificialmente la distancia, aunque, eso sí, con menos ironía y más educación que en otras ruedas de prensa.
     Dejó las cosas en el aire, y su rostro y sus palabras nos hablaban de tristeza, de decepción, de estar más fuera que dentro, pero también de querer despedirse con un gran triunfo, y si el respeto se impone, con un equipo así y con alineaciones coherentes, soñar sigue estando al alcance.
     Y al acabar, Messi quiso desmentir todas las falsedades que se han dicho de él, se quejó del fuego amigo, de los que por vender unos diarios más son capaces de convertir en mierda todo lo que encuentran a su paso. Negó la mayor y pidió unidad.
     Ayer con los goles del tridente, con el gran trabajo del mediocampo y pese al colegiado de turno(otra vez Undiano, disfrazado de Mateu Lahoz) dio buena cuenta de un gran equipo que ayer no fue capaz de demostrarlo.
     Y hablando de Undiano, hora es ya de que los que malgobiernan el arbitraje español lo aparten del servicio activo. Es un peligro en un terreno de juego.
     Un tipo  que se niega a ver una patada de Gimenez a Neymar que pudo acabar con una pierna rota, que es incapaz de ver como Godín se cuelga de Rakitic o como Juanma derriba a Neymar en el último minuto, pero que en un gesto de súplica, de pedir perdón para evitar tener que devolver regalos, señala un penalti de Messi por un roce ligero que lo deja en evidencia no debería seguir vistiéndose de corto en nuestra liga.
     Ayer hubo dos claros penaltis a favor del Barça y no señaló ninguno.
   
      Estoy seguro de que verlos, los vio.
     Pero no quería volver a la nevera.