Muchos padres están convencidos de tener una excelente comunicación con sus hijos, sin embargo, no siempre se hace de forma efectiva. No es lo mismo hablar “a los niños” que hablar “con los niños”.
La comunicación, pilar fundamental de nuestra evolución, se define como un proceso en el que alguien (emisor) envía un mensaje a otra persona (receptor) y éste llega adecuadamente.
Muchas veces, pensamos que por el hecho de hablar, estamos comunicándonos pero si el mensaje no llega adecuadamente y no recibimos respuesta alguna, puede que no sea así. Un padre que sermonea a su hijo pequeño, sin que éste le escuche activamente, no se está comunicando con el niño.
Diferencias entre hablar y dialogar
El diálogo entre dos personas se da cuando ambos se comunican de forma efectiva, envían y reciben sus mensajes adecuadamente, tratando de comprenderse e influirse mutuamente.
Para comunicarnos, usamos el lenguaje verbal y el no verbal que incluye los gestos, posturas y expresiones faciales. De hecho algunos gestos nos dan una información mucho más fiable que las palabras, es importante observar a nuestros hijos, que con su lenguaje no verbal, nos indican cómo se sienten y se comunican con nosotros.
En ocasiones por falta de tiempo, los padres suelen tener una comunicación muy superficial y escasa con sus hijos. Es frecuente dedicar mucho tiempo a decirles lo que tienen que hacer, darles instrucciones o regañarles pero escasean los momentos de escucha de lo que el pequeño tiene que decir.
Una buena comunicación entre padres e hijos es esencial para el desarrollo de la confianza en el hogar. Un niño que no dialoga con su familia, será un adolescente que no habla de sus problemas en casa y seguramente se convertirá en un adulto con dificultades en la expresión de sentimientos y relaciones interpersonales frustrantes.
¿Cómo saber si me comunico adecuadamente con mi hijo?
Algunas pautas para establecer un buen diálogo con nuestros hijos:
– Transmitir aceptación cuando nos comunicamos
Los niños han de sentir que sus padres los aceptan, los quieren tal y como son. En lugar de reñirles cuando se equivocan, se debe mostrar comprensión e instrucciones para la próxima vez.
– Utilizar frases que demuestren que se les está prestando atención
“¿De veras?”, “! Que interesante!”…etc
– Escuchar atentamente al niño
Cuando estamos ocupados podemos explicar que más tarde se hablará de ello y debemos cumplir con lo acordado.
Las preocupaciones infantiles del niño hoy, serán los problemas de la adolescencia mañana.
– Emplear frases “tu”, para ayudarles a expresar sentimientos.
Ejemplo: “tu estas triste hoy”, “tú te has enfadado con María”
– Sustituir el “no” por lo que deben hacer. Es una forma menos agresiva de inculcar responsabilidad en el niño
Ej. “vamos a hablar bajito” en lugar de “no grites”
Y lo más importante de todo: “hable con los niños” en lugar de “hablar a los niños. La comunicación ha de ser bilateral, no unilateral.
A nadie le gusta que le hablen de esa forma, que todo el tiempo le digan lo que tiene que hacer sin escucharle; “ponte el abrigo”, “recoge los juguetes”, “bébete todo el zumo”…y un sinfín de frases más que podemos enviar a lo largo del día.
Es mucho más enriquecedor dialogar, enviar preguntas y escuchar aquello tan valioso que el niño tiene que contar. Puede resultar algo tedioso al principio, pero en cuanto se observan los beneficios compensa mucho más. De esta forma, el niño aprenderá a sentirse importante y a expresar su criterio con seguridad.