Hablemos de Second

Por David Gallardo @mercadeopop

Que hubiera quien me escribiera para presentarme sus respetos por la separación de Second me parece correcto pero, a su vez, excesivo. Solo pasaba por allí, como tú, seguramente contigo. Después de tantos años, seguimos vivos de milagro gracias a las canciones de sangre hermana que nos recorren las venas, los estribillos que nos inventamos, las estrofas con las que nos mentimos para enamorarnos los nos contra los otros.

Aseguran que todas las canciones que te van a perseguir durante tu vida son encontronazos inesperados durante la adolescencia y poco más. Mienten. Yo conocí a Second con 30 y ahora tengo 43. Aquellos maravillosos trece años locos. Mienten quienes eso aseguran, por cierto, salvo que yo siga siendo un adolescente eterno, algo que, efectivamente, mi madre me ha dicho hoy entre risas. Pero soy padre de familia numerosa y hemos visto a Second varias veces todos juntos. Qué fantasía. Gracias. Y adolescente, reitero.

Incontables son las veces. De verdad, no hay manera saber cuantas y, mira que hice esta web para recordarme a mí mismo de viejito todo lo que vi. Pero llega un momento en el que te pierdes. Igualmente incontables las escenas familiares en esa cocina que unos pocos conocen y es una maldita discoteca infantil en la que yo soy el programador. Aquí suena buena mierda, os lo aseguro. Y a mucho volumen, eso siempre. Nos hacemos odiar a toda hostia pero luego sonreímos con luminosa holgura. Nos perdonan los vecinos. Somos niños jugando: así veo yo esto de vivir.

RINCÓN EXQUISITO

Sé que pensáis que solo escribo de U2. Es verdad que mido así mi vida, mis recuerdos y mi futuro a cada segundo. Pero hay espacio para algunas otras cosas, no necesariamente muchas, casi todas mujeres. Y recuerdo con claridad la primera vez que escuché esta canción igual que recuerdo cuando subí a lo alto de la catedral de Colonia, del Empire State y a a quel quinto piso sin ascensor donde pasó todo sin descanso. Chinaski era nuestro cartero y escuchábamos a Second desnudos con las persianas subidas para que nos miraran los del bloque de enfrente. Y a fe que lo hacían. Y nosotros también.

Siempre me dicen que soy el rock de estadio y es verdad. Me enloquece la grandilocuencia, creo que bien entendida. También me sigue gustando un buen mordisco en el cuello a traición. ¿A ti no? Si puede ser, en forma de canción. Porque un chupetón en el cuello siempre fue un marrón que, con el tiempo, se evapora. Una canción que te enamora un día te persigue para siempre. Y te dejas coger argentinamente repentina y reiteradamente.

HAY INFINITAS MÁS VECES

Hubo unos años en los que quiero que quede por escrito que Second nos congregaban. Fue así durante mucho tiempo y puede seguir siéndolo si ellos quieren, más ahora que cada vez hay menos excusas para quedar. Ellos son la mejor de las excusas para cualquier cosa. La redacción de Europa Press (de donde me despidieron porque son unos hijos de puta anormales después de veinte años), ahora en una diáspora infinita pero siempre unida, les ama. Que se sepa. Les hemos visto tantas veces, nos hemos portado tan incorregiblemente mal gracias a ellos y hemos sentido tantas cosas a la vez en ese 2502 en perpetua colisión como cualquier redacción.

NIVEL INEXPERTO

He tratado de evitar usar la palabra hedonismo. Incluso he borrado a Baudelaire. Pero es que esta es el vídeo de la playa y ha sido teatrillo muchas noches no necesariamente de viernes. Lunes, miércoles. El pequeño ahí (en este momento también), con su micrófono, en escorzo perpetuo, copiando al de la tele. Es educación emocional constante. Asumir que no tenemos ni idea de nada es lo más saludable en un mundo lleno de listos. Y no tengo ni idea de lo que siento cuando estoy contigo. Como aquel niño al que una jirafa le robó la merienda en el zoo de Madrid y se quedó son comer por, efectivamente, inexperto.

OTRA DIMENSIÓN

¿Y si esta vez fuera una entre un millón? ¿No querrías saberlo? ¿Probarlo? Y si esta vez fuera esa maldita vez. Al contrario que tu cuerpo, Second no han envejecido, han mejorado. Se te cargan los gemelos, te encorva la mochila de tu pasado. Muchas madrugadas te preguntas si tuviste otra elección. La vida es un teatro infinito en busca de ese adjetivo y, mientras tanto, bebemos vino. Anochece y amanece con todos nosotros dentro. De lunes a domingo.

YA NO ESTAMOS PARA GILIPOLLECES

"Creíamos que el cielo solo les caía a los demás, que nosotros éramos más fuertes. Llegaron los años veinte, nos aniquilaron y ya no estamos para gilipolleces". Sinceramente, celebro no tener nada más que añadir. Y fin.

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