Durante casi una semana Avignon ha estado cubierta por casi medio metro de nieve cayendo violentamente sin parar y bloqueando la ciudad entera. Las carreteras cortadas cerraron todos los accesos durante los tres primeros días, y como resultado la mayoría de las tiendas, escuelas, oficinas y (oh, qué lástima, ejem, ejem) la universidad tuvieron que cerrar sus puertas. Los pocos supermercados que abrieron ofrecían un aspecto de catástrofe nuclear, pues obviamente los suministros no podían llegar a la ciudad. Tan espectacular ha sido que hasta salió en las noticias nacionales, pues este tipo de tormentas son extremadamente raras tan al sur.
Aún con estas, y como una no está acostumbrada a este tipo de espectáculos, me enfundé las botas y mi gorro de mucho frío y a la calle que me fui en plena tormenta, a ver la ciudad nevada y sacar fotitos, que cuelgo un poco más abajo.Nota para un futuro: desconfía de los montoncitos de nieve, suelen esconder algo que te machacará las espinillas. Nota II: para los curiosos, sólo me la pegué una vez; eso sí, me la di pero bien dada cayéndome de morros en la puerta de mi facultad (las cosas, o se hacen bien, o no se hacen).
Y ahora no sólo hace un frío del carajo, sino que hemos podido disfrutar de un espectáculo único: una tormenta de nieve de dos días y medio sin parar en una semana de Mistral (sí, sí, el vientecito ese tan agradable que sopla por estos lares a una media de 90 km / hora). Las vistas desde mi terraza (que son pocas porque nieva mucho)
La puerta de mi residencia. Sí, las marcas señalan la altura de la nieve. Pese a todo, salí a la calle, valiente que es una. Arbolito de navidad muy propio en una de las plazas del centro.
El Palacio de los Papas y varios avignonenses emocionados jugando con la nieve. La humilde autora cubierta de nieve pero feliz delante del Palacio de los Papas. Uno de los laterales del Palacio de los Papas
Un amigo.