Foto: UPCC
Hace ocho años un grupo de periodistas (en el que yo también estaba) comenzó a reunirse, fuera de sus horarios de trabajo, de sus ruedas de prensa y de sus redacciones, para poner en común ciertos aspectos de la profesión que, a su juicio, empezaban a ir no demasiado bien.
El periodismo, quizás, estaba viviendo un momento dulce, mas aquel grupo de colegas empezaba a verle las orejas al lobo. Y algunos años después, la fiera, más allá de mostrar sólo las orejas enseñó también los dientes convertida en una crisis que afectó a todos los órdenes de la vida. Comenzó el declive de la prensa tradicional: despidos injustificados, cierre de periódicos, expedientes de regulación de empleo, contratos leoninos…
Durante todo este tiempo, aquel grupo de colegas, y los que vinieron después, se dejaron la piel en el intento de defender los derechos de los colegas de la comunicación. A veces salió bien, a veces regular y otras mal. Las inquietudes de aquel grupo se convirtieron en un sindicato, un colectivo con ideas democráticas de verdad (no hay liberados, por ejemplo) en el que se proponía que todos empujaran en la misma dirección.
Hoy, 18 de junio de 2011, la Unión de Profesionales de la Comunicación de Canarias celebra su congreso. El tercero desde su fundación en 2003. Y sobre la mesa no sólo estarán los problemas laborales de los periodistas, sino también los sociales, su capacidad de renovación, su implicación en movimientos de este tipo, la continuidad…
Bienvenidos a los nuevos a este barco, que sepan que su impulso es muy necesario. Gracias también a los que se quedan (nos quedamos) fuera, por su -mayor o menor- dedicación estos años.
Quedan muchas cosas por hacer, aún.