Los herederos ideológicos de aquel régimen dictatorial, condenado por todas las democracias del mundo, todavía son renuentes a reconocer la barbarie, a recuperar la memoria y a restablecer la dignidad de los humillados y derrotados por la bota asesina de un dictador que, hasta el último día de su vida, fue capaz de firmar condenas de muerte. Murió en su cama un día como hoy, tras una larga e interminable agonía, dejando un país de súbditos atemorizados por el porvenir. La gente no daba crédito que el mal que había soportado durante tantos años, vestido con uniforme de generalísimo, fuera finalmente vencido por su propia muerte. Una sensación de alivio mezclada con inquietud invadió a cuántos anhelaban sentirse libres. Yo había pasado la noche en vela estudiando y la noticia me sorprendió con un café de madrugada. Nunca olvidaré aquel 20 de noviembre en que Francisco Franco, hace justo 40 años, al fin falleció. No podré olvidarlo porque aún hay personas que buscan a sus familiares fusilados y desaparecidos sin que la derecha heredera de aquel régimen, la antigua y la moderna, quiera mostrar el más mínimo arrepentimiento. Pretende el olvido desde la soberbia del vencedor cuando cada año habrá un 20 de noviembre para exigir memoria, dignidad y justicia.
Los herederos ideológicos de aquel régimen dictatorial, condenado por todas las democracias del mundo, todavía son renuentes a reconocer la barbarie, a recuperar la memoria y a restablecer la dignidad de los humillados y derrotados por la bota asesina de un dictador que, hasta el último día de su vida, fue capaz de firmar condenas de muerte. Murió en su cama un día como hoy, tras una larga e interminable agonía, dejando un país de súbditos atemorizados por el porvenir. La gente no daba crédito que el mal que había soportado durante tantos años, vestido con uniforme de generalísimo, fuera finalmente vencido por su propia muerte. Una sensación de alivio mezclada con inquietud invadió a cuántos anhelaban sentirse libres. Yo había pasado la noche en vela estudiando y la noticia me sorprendió con un café de madrugada. Nunca olvidaré aquel 20 de noviembre en que Francisco Franco, hace justo 40 años, al fin falleció. No podré olvidarlo porque aún hay personas que buscan a sus familiares fusilados y desaparecidos sin que la derecha heredera de aquel régimen, la antigua y la moderna, quiera mostrar el más mínimo arrepentimiento. Pretende el olvido desde la soberbia del vencedor cuando cada año habrá un 20 de noviembre para exigir memoria, dignidad y justicia.