Llegó el otoño y se acabó la temporada, como cada año toca hacer balance... este año me quedo con dos tardes y dos toreros.
Me quedo con dos toreros que en estos momentos no están entre los que compiten, no están entre los que han de tirar del carro, ese ya no es su papel.
Me quedo en primer lugar con Enrique Ponce. Él ya cumplidos los cuarenta y con más de 25 de carrera nada ha de demostrar, ya no es quien ha de dar la cara cada tarde… ya no es el de las gestas: es el único figura que conozco que siendo “el que manda” pedía la de Dolores Aguirre en las Ventas o la de Victorino en la Feria de Abril…
Ahora está en un momento de madurez y de disfrutar en el toro cuando y como quiere… este año “su” Valencia, en verano, se le pidió acudir “al rescate” de una moribunda Feria de Julio. No le pesó el reto y vino a batirse en un “mano a mano” con José Antonio Morante: ¡Una lección de vergüenza torera!, nadie lo dijo pero el lote perfecto para la plaza, los suyos parecían los padres de los que trajo el de la Puebla. Actitud impropia de un torero a estas alturas de su carrera, salió “a cara de perro” variado de capa y entregado como hacía años… se lesionó en su primero y aguantó sin mirarse toda la tarde con el abductor partido.
El otro, ¡como no!... José Tomás… ¡sí, yo estuve en Nimes!.... él es un torero singular… su papel no es el de tirar del carro, su papel no es el de ser un torero de alardes ni gestas… su papel es otro, su papel es el de elevar la Tauromaquia al rango de Arte con unas pocas pinceladas, este año solo con tres tardes… ¡Este año en Nimes paró el tiempo!
Este es mi balance… ha habido muchas cosas buenas y malas… pero en mi recuerdo quedan estas dos tardes y estos dos toreros.