“No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque ésos son los sacrificios que agradan a Dios.” Hebreos 13:16 (NVI)
Recibí esta historia muy buena, que me pareció oportuna para pasarla. Me enseñó una gran verdad.
Una noche, a las 11:30 p.m., una mujer afro-americana, de edad avanzada estaba parada en el acotamiento de una autopista de Alabama, tratando de soportar una fuerte tormenta. Su auto se había descompuesto y ella necesitaba desesperadamente que la llevaran. Toda mojada, ella decidió detener el próximo auto.
Un joven blanco se detuvo a ayudarla, a pesar de todo los conflictos que habían ocurrido durante los 60. El joven la llevo a un lugar seguro, la ayudó a obtener asistencia y la puso en un taxi. Ella parecía estar bastante apurada. Ella anotó la dirección del joven, le agradeció y se fue.
Siete días pasaron, cuando tocaron la puerta de su casa. Para su sorpresa, un televisor pantalla gigante a color le fue entregado por correo a su casa. Tenía una nota especial adjunta al paquete. Esta decía: Muchísimas gracias por ayudarme en la autopista la otra noche. La lluvia anego no solo mi ropa sino mi espíritu. Entonces apareció usted. Gracias a usted, pude llegar al lado de la cama de mi marido agonizante, justo antes de que muriera. Dios lo bendiga por ayudarme y por servir a otros desinteresadamente. Sinceramente: La Señora de Nat King Cole.
No esperes nada a cambio y lo recibirás
Cuando terminé de leer este relato, me di cuenta que era exactamente lo que yo no estoy haciendo. Nos acostumbramos a vivir en una sociedad que condiciona lo que entrega, que mide su generosidad y que da si espera recibir algo mejor a cambio. Lo hacemos en el trabajo, entre los conocidos, en la iglesia, entre los amigos.
Este joven venció los prejuicios, los miedos, la presión social, el temor de la noche, la incomodidad de la lluvia, y actuó desinteresadamente con una anciana. Jamás esperó recibir un televisor a cambio de lo que había hecho. Actuó de la misma manera en que actúa Dios. Dando sin esperar recompensa.
Los cristianos de hoy tenemos el Espíritu de Dios, pero no actuamos como Él. Tal vez sea bueno recuperar la memoria y tener presente, que Dios nos manda a hacer el bien y a compartir con otros.
(Devocionales Cristianos)