Hacer un Pastora

Por Soniavaliente @soniavaliente_

Segui @soniavaliente_

Pastora Soler se va. Su pánico escénico ha vencido. Deber ser tan aterrador como doloroso abandonar una pasión que, además, da de comer. Ya ven. Los caminos de los ataques de pánico son inescrutables. El miedo es libre y, además, gratis. Para qué más.

Como profesora de oratoria lo ve constantemente en sus alumnos. Muchos de ellos sienten un miedo patológico a la hora de hablar en público. Enmudecen. El miedo les paraliza, sienten palpitaciones, sudores en las manos. Recuerda cómo hace poco uno de ellos, de unos 55 años, le comentaba que lo que quería no era hablar bien en público sino que cesaran los sudores. Lo que no entendía era que hasta que no domeñara su terror no se atenuarían las reacciones físicas de su cuerpo a esa sensación de amenaza.

Hablando con periodistas de televisión, baqueteados en mil directos, conflictos, desplazados como enviados especiales sorprende que muchos confiesen, en privado, síntomas de mareos, temblores de piernas y parpadeo histérico cuando se ponen ante la cámara. Distintas profesiones, idéntico denominador: el miedo a ser juzgado, a no dar la talla, a no cumplir las expectativas que nos exigimos a nosotros mismos cuando las que esperamos de los demás son sensiblemente inferiores.

Ella siempre ha pensado que los ataques de ansiedad los padecen las personas responsables. Quizá no sea el calificativo ideal que defina al maestro Sabina pero, ya ven, sus ganas de darlo todo en su amado Madrid después de 5 años de ausencia hicieron que le diera un Pastora Soler y abandonara el escenario antes de los bises hecho unos zorros. “Con lo que una ha sido”, debió pensar el del borsalino.

La buena noticia es que las fobias se combaten enfrentándose a ellas. Así lo hizo Sabina que se resarció con Madrid brillando como siempre después de la pájara del sábado.