Integrada dentro del denominado cinturón rojo barcelonés, ha sido un feudo tradicional de voto de los socialistas catalanes y el municipio siempre ha estado gobernado por esa fuerza política desde 1979.
El actual alcalde, Antonio Balmón, fue de los pocos que consiguió una mayoría absoluta en las pasadas elecciones municipales con una campaña electoral concisa donde su imagen no aparecía en los pasquines electorales.
El viernes pasado los organizadores de CornellàCreació, -un foro de reflexión creado por el ayuntamiento en 2009 donde se reúne periódicamente el tejido empresarial de la ciudad-, me invitó a una comida/conferencia del expresidente del Gobierno Felipe González para hablar de innovación. El aforo reunido, principalmente empresarios, estaba expectante antes el verbo fácil del abogado sevillano y a fuer de ser sinceros he de decir que no defraudó aunque uno tuviera sus dudas sobre qué podía aportar un jurista jubilado que ahora se dedica a diseñar joyas y esculpir obras de arte, amén de sus asesorías de alto nivel, sobre la salida de la crisis.
Oportunas sus reflexiones en torno a temas de actualidad como la reunión del G20 en Cannes (“no llegarán a ninguna conclusión contundente pero el comunicado dirá que fue un éxito”), sobre la tasa de paro en España (“no me creo los datos. ¿Tienen los griegos un nivel de desempleo inferior al nuestro?”), o sobre el boom chino (“Creciendo su PIB a los ritmos actuales, China, en 2020, llegará al nivel que ya tenía en 1850”), sin embargo lo que se esperaba con interés eran sus recetas para salir de la atonía económica actual después de reconocer errores de bulto durante su etapa presidencial.
Si el objetivo es recuperar un crecimiento económico que cree empleo y que sea sostenible en el futuro, dijo, es imprescindible que España mejore su nivel de competitividad, nada nuevo. “Y lo hemos de hacer, generando valor añadido, haciendo algo diferente y mejor de lo que tradicionalmente hemos hecho”. De ahí, su apuesta por la innovación como el caballo alado que nos ha de permitir avanzar.
La innovación es uno de los caminos de transformación de conocimiento. Su adquisición, la formación, es otro de las áreas a cambiar. Comentaba González una reunión con un decano de una escuela superior de Empresariales. “Y, ¿cuántos de sus alumnos quieren ser empresarios?” preguntó. “Solo un 14%” respondió el docente. “¿Por qué no la cierra?” fue el comentario del veterano socialista (70 años) lo cual molestó al profesor que incidió en el alto nivel de posicionamiento de la escuela y la calidad de la docencia. “Si, pero, ¿si fueran una facultad de medicina, le parecería bien que solo el 14% quisieran ser médicos?”. Se acabó la discusión.
Con esta anécdota FG quiso poner de manifiesto la necesidad de un cambio cultural y social. Es necesario abandonar la extendida idea de querer ser funcionario y apostar por ser emprendedor. En el fondo, reflexionaba González, la sociedad española debe apostar más por el riesgo y menos por la seguridad.
La idea de cómo debe ser España en el futuro la definió con otra imagen. El Estado Ipanema, concepto que un día explicó al presidente Lula da Silva e inmediatamente le compró.
Consiste en tener un cuerpo sin ápice de grasas pero sin llegar a ser esquelético. Vamos como esas beldades que se ven en la playa brasileña. El Estado debe adelgazar perdiendo la grasa superflua pero muscular sus actividades centrales que le hagan ser más eficiente.
Desde hace un tiempo Felipe González expresa con mucha más naturalidad sus puntos de vista. Él dice que es porque ya no tiene obligaciones electorales ni partidarias aunque no es del todo cierto como se puede ver estos días donde hace campaña apoyando al candidato Rubalcaba por doquier.
Sin embargo, es verdad que ha evolucionado su pensamiento hace ópticas más empresariales. Será que su posición en consejos de administración de multinacionales le ha permitido visionar los problemas con enfoques alternativos.