Hacia el infinito

Publicado el 23 marzo 2015 por Plausible @plausibleblog


Stephen Hawking es uno de los científicos más prestigiosos de la actualidad, un hombre que ha dedicado su vida a la investigación de las leyes fundamentales que rigen el universo. Su genio lo define, pero también es conocido por sobrevivir a una disfunción neuronal muy grave, que le fue diagnosticada cuando solo tenía veintiún años.¿Quién es Jane Hawking? Década de los 60, universidad de Cambridge... Jane es la joven de quien Stephen Hawking se enamoró durante sus estudios de doctorado, y la mujer que decidió casarse con él a pesar de su trágica enfermedad.
En este libro, la autora, que estuvo casada con el científico durante más de veinte años, describe con afecto al hombre y al genio, exponiendo con franqueza los dilemas dolorosos de su matrimonio y la época más turbulenta de una historia de amor que ahora ya forma parte de su pasado. El resultado es un retrato inteligente y optimista de una relación peculiar, obra de una mujer valiente que aprendió a amar en tiempos difíciles y ahora recuerda sin rencor los años más importantes de su vida.
"Pensé que era importante que fuera yo quien hablara de mi relación con Stephen. No quería que dentro de cincuenta o cien años, alguien se inventara nuestras vidas." Jane Hawking
Gracias a Penguin Random House por el ejemplar.
Este libro lo leí después de ver la película, algo que jamás hago... pero al ser una autobiografía (e indirectamente una biografía de Stephen Hawking) me dije que no había de haber demasiada diferencia entre uno y otro, así que no había ningún problema. Silly me, porque aunque no me impidió disfrutar del libro, pude ver la clara diferencia entre uno y otro.
Como esto no es una novela o una ficción termina siendo muy difícil hacer una reseña como con el resto de los libros, así que básicamente voy a hablar de lo que me dejó y lo que vi en la película.
Mucha gente en Goodreads habla de que sólo es un libro en el que Jane se expone como víctima y que sólo busca nuestra simpatía (o comprensión, en algunas de las reseñas menos duras), que en realidad sólo busca la plata de las ventas del libro por el morbo de saber cómo era la vida privada. Bien... creo que la gente no leyó con atención este libro; si decís eso, evidentemente no entendiste ni lo mínimo que puede entenderse de estas 500 y tantas páginas. No aprendiste nada de lo que se puede aprender.
Es impensable que una persona que solo me llevaba un par de años tuviera que enfrentarse a la perspectiva de su muerte. La mortalidad era un concepto que no formaba parte de nuestra existencia. Aún éramos lo bastante jóvenes para ser inmortales.

Jane nos relata con cruda honestidad lo que fue enamorarse de un estudiante que recién comenzaba a presentar signos de que algo andaba mal, casarse con él con un pronóstico de vida de dos años y convivir con el físico más famoso del mundo junto a figuras como Isaac Newton y Albert Einstein durante más de veinticinco. La poca ayuda que recibe del Estado y de aquellas instituciones con la que Stephen colabora y donde desarrolla su tesis y sus estudios; la ignorancia de cierta parte de la familia ante la posibilidad de que alguien más cuide a Stephen (Jane en este caso); la idea fija que se tiene de que el enfermo siempre va por encima de todo lo demás, haciendo que uno deje de vivir su propia vida para pasar a ser "algo más" que vive pendiente de la otra persona. Priorizar sí, pasar a un segundo plano no.
La película es demasiado optimista con respecto al libro; tiene la mirada de Jane a sus escasos veintitantos, en los que siempre pensaba en función de la comodidad de Stephen y siempre esperaba lo mejor. Muestra una faceta del físico que apenas podemos ver en el libro, porque la pronta caída en picada de salud le agrió el carácter, lo convirtió en un ser demandante y ególatra, e hizo que todo girara en torno a él. Pero una cosa es ser el centro porque todo el sistema solar gira en torno a una estrella que por más estática que esté irradia calor y de alguna u otra forma hace posible la vida en los planetas aledaños... y otra muy diferente es ser el centro de una galaxia que, oh gracia divina, en general son agujeros negros. Y ya lo dice Jane al final: la vida de ella y su familia siempre giró en torno a un agujero negro que lo que hacía es descomponer la luz y el calor.
Como dijo una usuaria de Goodreads sobre la peli, "all the romantics aspects would be some way exacerbated". La película retrata un Stephen que, si bien sí es bastante terco, no refleja nada al del libro (y, supongo, creyéndole a Jane, al original); Stephen en cierto momento de la película acepta la ayuda para sacarle un peso de encima a Jane, en ciertos momentos actúa para facilitar su cuidado: a Stephen se lo muestra como un paciente fácil dentro de todo, que acepta lo que le tocó y hace lo mejor con esto. Bien, el libro es todo lo contrario.
Bill me cogió la mano. «Jane -dijo con cariño pero con firmeza-, quiero que sepas una cosa.» Yo, nerviosa, esperaba una reprimenda severa, pero estaba muy equivocada. Él prosiguió con dulzura: «A ojos de Dios, todas las almas son iguales. Para Dios, tú eres tan importante como Stephen.» 

Stephen no sólo se enoja con la vida por la enfermedad que le tocó sobrellevar (algo totalmente entendible incluso desde afuera), sino que se enoja con aquellos que lo cuidan. Enojarse con Jane, que es la única que aceptó cuidarlo y que se comprometió con él, que no sólo dejó de lado todos sus intereses y ambiciones personales sino que además sometió a los tes hijos que tuvo con el físico a la presión psicológica de vivir a la sombra de un padre que poco y nada demostraba.
La película muestra a Stephen como un dulce científico que fue aturdido por la enfermedad; a Jane como una pobre joven pero bastante boba y hasta infiel; a Elaine como una enfermera dulce que logró cautivar a Stephen pero no manipularlo y maltratarlo, como (en el libro y) hoy en día se sabe; a los hijos como nenes normales, que juegan y se divierten como gente de su edad, cuando uno de ellos tiene dislexia, se sienten como "hijos de" y no como verdaderos estudiantes y profesionales, que viven a la sombra del estrellato y de la centralidad en su mundo de su padre, que son sometidos psicológicamente a la poca atención que se les puede dar.
Sobre la vida personal de cada uno se puede juzgar y hacer miles de conjeturas según cada persona, e incluso se puede decir "en este caso yo habría hecho esto", pero no es la idea del libro. La infidelidad, la manipulación, la creación y destrucción de la familia durante tiempos difíciles... muchos temas son tocados, dándonos otra mirada para todos los que teníamos a Stephen como ídolo. Ojo, que es necesario separar la vida personal de las personas con su trabajo.
No pude evitar sentir mucho más dolor por la consternación de mi hijo que alegría por el éxito glorioso de mi polifacético marido. Me identificaba más con Robert: yo nunca participaba de los éxitos de Stephen.

Aún así, lo que me sorprendió es el cuidado que siempre hubo en cuanto a la figura de Stephen. Más allá de que alguna que otra vez se lo quiso retratar más fríamente, como Jane cuenta en el libro, siempre se lo vio como una mente maestra afectada por la enfermedad ELA y nada más. Es decir, un genio con una enfermedad; jamás había escuchado, por más que se sabía, la personalidad de Stephen: lo terco, desagradecido, demandante y manipulador que podía llegar en ciertos momentos. Pero aún así ese es otro tema que cada uno tendrá que ver cuando lea el libro.
Hacia el infinito es un libro súper recomendado para comparar con la película y darse cuenta de ciertas cosas. Una lección muy importante para todos aquellos que admiramos a Stephen Hawking desde hace años, para aprender a diferenciar las diferentes capas y facetas de una persona. También para aprender sobre el amor, la dedicación, la ambición personal; que en una familia enferma ninguno es más importante que otro por más que se tenga que poner especial atención en el enfermo: muchas veces aquellos que están alrededor sufren más psicológicamente que el que más cuidados necesita. 
Un libro para leer despacito, reflexionando sobre diversos temas y para darnos cuenta de que lo que vemos siempre es un telón. El verdadero show, si así se lo puede llamar, siempre queda detrás.