La reciente visita al remozado Museo de Lorca, tras los estragos producidos por los temblores de tierra, me ha gustado mucho. El Museo es muy agradable, su disposición cómoda, ordenada y didáctica, y las colecciones extraordinarias. Volveré con autorización para hacer fotografías con trípode, pues son muchos los objetos expuestos del mayor interés para mí.
Un efecto previsible ha sido que la observación de la calidad de las jarritas esgrafiadas expuestas me ha renovado la ilusión de mejorar un poco esa técnica. Aprovechando las cualidades del barro del Vinalopó que he preparado, de aspecto muy adecuado para recrear piezas esgrafiadas, presento esta sencilla entrada.La pasta es beige claro, amarillenta, cremosa al tacto, porosa y ligera, con desgrasantes calcáreos naturales muy finos. Ha sido obtenida por disolución de la arcilla y sucesivas decantaciones. Esto ha producido dos pastas distintas: los finos de decantación, muy limpios, y una pasta algo más grosera, con más desgrasantes aún después del tamizado, que queda en el fondo de las cubetas por gravedad, y que emplearé para hacer candiles de piquera.
Una de las observaciones básicas es la ligereza de las piezas originales. Indudablemente estas jarras no eran de uso común, eran un producto de lujo que requería una pericia elevada para poderlas tornear, y una técnica decorativa depurada. Los especialistas las relacionan con ámbitos palatinos.
No puedo constatar el peso, que debe ser muy liviano, pero el grosor de la pared de los cuellos es finísimo, dos milímetros, a veces uno. La experiencia es que este espesor provoca cpn facilidad rajas verticales por la humedad resultante del pegado de las asas.
Forma básica en el torno.
La aparición de finísimas líneas de torneado en el cuello es forzosa, las yemas de los dedos están apenas separadas por dos milímetros de barro y dejan su marca. cualquier inclusión estropeaía la pieza, por lo que el barro ha de ser muy decantado. Para eliminar las líneas he usado la caña. En las zonas que no recibirán decoración puede obviarde este paso.
Mientras secan las jarritas con las asas ya aplicadas, he elaborado al torno el cuerpo de los candiles, con barro del fondo de las cubetas, con más desgrasante natural. Una vez endurecidos los cuerpos de los candiles, los he repasado a cuchilla y he aplicado las asas y las piqueras, que serán repasadas a cuchilla más tarde. Esto se aprecia en la diferente humedad de cada parte, en la fotografía.
Puede observarse la rajadura del borde del cuello donde la humedad del pegado del asa ha actuado.
Esta pieza del Museo de Lorca es una de las más bellas, con su decoración desarrollada en curvas, motivos que del arte textil pasaron a la eboraria, la cerámica, el repujado y fundición de metales.
Junto a esas producciones extremadamente delicadas y decoradas con esgrafiado, hay jarras más sencillas, de paredes más gruesas, pintadas al manganeso o con óxido de hierro, a veces con simples digitaciones.
Insisto en que las colecciones del Museo de Lorca, especialmente las argáricas e islámicas, son excepcionales, como lo es una serie de objetos singulares: las tulipas de vidrio, la matriz de orfebre islámica... es un Museo que merece ser visitado sin duda. En una futura entrada iré ampliando, cuando obtenga fotografías de más calidad. De los grandes vasos estampillados intentaré recrear parte del proceso.
Recreación de fragmentos de tinaja obtenidos mediante estampillado.