En este país azul, los vencedores quieren cambiar la historia a partir de hoy. Es un mensaje que se repite en muchos lugares y reproducen los medios. Pero olvidan que escribirla poco o nada tiene que ver con serla. Hoy, más allá de las urnas, los números y la proliferación de gráficos que no dejan lugar a dudas a los incrédulos y reafirman en sus convicciones a los ganadores, la historia está escribiéndose en cada pancarta, cartulina o folio colgado de los edificios y esculturas-adefesio de las plazas o cogiendo aire tendidos en cuerdas entre los árboles. A estas horas de la mañana, los indignados están despertando, desperezándose, abriendo los ojos y poniéndose en pie. Ahora nos toca al resto, en cada casa, una plaza; en cada gesto, una rebeldía; a cada paso, una evolución.