Salgamos a las calles con esa sonrisa que tan fuertes nos hace. Con ese ímpetu que nos acompaña incluso cuando la fuerza se empeña en marcharse para siempre.
Salgamos a las calles y dejemos bien claro que si esto sigue girando es porque nosotras somos el eje, porque nos gusta dar vueltas sobre las puntas de nuestros pies de bailarinas, roqueras y rebeldes.
Salgamos a las calles y lancemos mensajes de "ya está bien de tanta tontería", porque si nos empeñáramos en hacernos oír de verdad, otro gallo cantaría, es más, quizás la que cantase sería una gallina.
Salgamos a las calles a dejar claro que quien nos bautizó como "sexo débil" lo hizo por miedo y porque estaba convencido de que etiquetándonos de este modo acabaríamos creyéndonoslo.
Salgamos a las calles a cantar bien alto de todo lo que somos capaces, a pesar de los pesares, de las dificultades, de los malos momentos, de las noches en vela, de los días duros, de los embarazos pesados, de los partos complicados, de los más que incómodos dolores de regla y de tantas otras cosas que sólo una mujer puede entender, y soportar, por el simple hecho de serlo.
Salgamos a las calles. Hagamos que se nos vea: altas, bajas, flacas, gordas, casadas, solteras, separadas, madres o no... Salgamos y que todo el mundo se entere de una vez por todas de que, si esto sigue en pie, es porque las mujeres seguimos levantándonos a poner el sol en el cielo cada mañana. Y de que, como habréis supuesto, sí, SOMOS EL SEXO FUERTE.
¡Salgamos a las calles y hagamos una revolución!