En medio de ese pueblo abandonado a su suerte, Dios sigue bendiciendo a los desplazados viviendo en los campamentos como las madres que han celebrado su día especial el 29 de mayo pasado. Las mujeres son un poderoso símbolo de vida de amor y de esperanza en el país. Traen a menudo sola, la carga de la familia y del país sin nunca perder la esperanza, luchan constantemente, trabajan e irradian la belleza alrededor de ellas.
Celebrar la valentía de las mujeres que en la mayoría han perdido casi todo en el terremoto es celebrar la vida en el medio de la muerte, es esperar en contra de toda esperanza… Un verdadero milagro… Una bendición de Dios. La visita del Padre provincial de la Provincia Jesuita del Canadá Francés y de Haití, Jean Marc Biron, y el paso de la hermana Cecilia como colaboradora en nuestra oficina de Puerto-Príncipe nos convenció más de que el SJR es una obra de Dios.
La mies es mucha! Hay tanto que hacer para las personas desplazadas en los campamentos como la protección de sus derechos humanos fundamentales a la vivienda, a la salud, a la alimentación, a la educación y a un ambiente sano… Sin embargo, los actores no estatales y estales están dispuestos a trabajar juntos para una mejora de la condición de vida de esas personas pero se están disminuyendo cada día más. Los obreros son pocos! Se hace una llamada a la Conferencia Haitiana de los Religiosos (CHR) con el fin de incrementar su presencia en los campamentos y entre las personas desplazadas y afectadas para escuchar y para que suena cada vez más las voces de los desplazados.
Fuente: adital.com.br