Y es que no hay nada como nuestro equipo, verdad? y si encima es de chocolate, es ya el no va más...
También se puede añadir un efecto hierba muy chulo si teñimos la buttercream con colorante en pasta color verde y con la ayuda de la imprescindible, maravillosa e inigualable boquilla 233.
Una vez listas y decoradas, procedemos a sacar un cuchillo del cajón de los cubiertos, sin hacer ningún ruido. Del armario superior extraemos un platito de postre (sí, que dicen que comer en plato de postre engorda menos), tratando de evitar que de portazo. Tomamos la tarta con mucho cuidado y la acercamos a la mesa. Al arrimar la silla, ésta emite un ruidito casi inaudible y miramos alrededor para asegurarnos que nadie nos ha oido. Suspiramos profundamente al ver que toda la familia tiene super-oído, y ha acudido corriendo a la cocina.
Apartamos con los codos a los niños, que se arremolinan a nuestro alrededor suplicando un trozo. Empujamos de un culazo al marido, que se acerca peligrosamente tenedor en mano. Gritamos ¡aparta esas manos! a la tía Luisa, que "casualmente" estaba de visita esa tarde. Nos apuramos para ser las primeras en cortar un trocito. No da tiempo a servirlo en el plato, alguien se nos ha adelantado y lo protege con sus brazos mientras extiende el cuchillo... habrá que comerlo a rancho!!
Transcurridos 2-3 minutos, introducimos el molde vacío en el lavavajillas.
Sonreímos para nuestros adentros, jeje, nadie se había fijado en estas miguitas que habían quedado en un borde!! Rebañamos con el dedo... mmmmmmmm