Vale, lo tenía fácil conmigo: una canción titulada “Hall & Oates” es algo que, a priori, nunca puede estar mal. La simple mención de la ochenterísima pareja provoca en mi oleadas de placer, y si encima en lo sonoro remite al pop más elástico de aquella década, difícil decir que no.
Esta canción que conocí en navidades gracias mi cuñado/dealer V es adhesiva: se publicó (se autoeditó, habría que decir) en 2016 dentro de un EP titulado “Afterglow” del que por aquí nadie oyó hablar, aunque la pista andaba circulando por el soundcloud del grupo conformado por Gabe Donnay y Adam Boukis desde 2014. Decían por aquel entonces sus autores: “Trata de darse cuenta de que ya no amas a alguien, y que una vez que te has enamorado, no hay forma de recuperarlo. Sigues aferrándote a la relación porque deseas desesperadamente tener ese sentimiento otra vez, pero sabes en el fondo que se ha ido para siempre”. Tiene algo de los citados en el estribillo, tiene unos teclados retro de esos que me obligan a dejar de hacer lo que esté haciendo, tiene un cromado solo de guitarra que es puro AOR (del bueno), y también una vibración al pop chicloso de Phoenix: una golosina.