También había mamás y papás dispuestos a ser pintados, ¡qué suerte!. Mi disfraz eran sencillo, un vestido negro con esqueleto, alas, rosas en el pelo, colmillos en la boca y una máscara a lo "sugar skull".
Papás que repetirán el año que viene, mamás que se animan a pintarse, brujitas, zombies y generosos donativos.
Qué suerte tengo de pasar una fecha como Halloween tan bien acompañada.Terrorífico, divertido y solidario. Insuperable.