Estábamos hambrientos de fe
Y nos dieron animales muertos
y huesos para saciarnos.
Sedientos de justicia, divagábamos
Y nos dieron a beber hierro y concreto
Teníamos hambre de guía y liderazgo
y nos trajeron chamanes
y babalawos
Queríamos respirar aires libres
Y nos dieron gases lacrimógenos
Famélicos,
con estómagos vacíos,
nos encontrábamos
y nos llenaron la panza de plomo.
Al vernos errar por colas y calles
tristes y quejumbrosos
Nos decretaron la felicidad