Por suerte vivo con alguien con una desbordante imaginación culinaria. Tan desbordante que la mayoría de las veces el resultado no es muy allá, pero en fin, no lo puede tener todo. Mi medio limón piensa que nunca hay suficientes especias en un plato y que el picante lo mejora todo. Fan absoluto del barroquismo gastronómico y de las mezclas chocantes, está reconocido como autor de magnas obras tal que el sangüis intempestivo de chiquilines (a palo seco a las 2 de la madrugada), el yogur con mucho comino #hoymesientomediterráneo, el arroz con mango blanducho, comino, ras el hanut, curry, pimienta y de tó, o las patatas con champiñones y decenas de cayenas picadas.
Después de haber sufrido varias indigestiones debido a su frenesí creativo, suelo abstenerme de probar todo aquello que haga y no esté constreñido por unos límites estrictos. Justo es admitir que las tostadas con mantequilla y los macarrones con chorizo le quedan de fábula, pero siempre está tentado de echarles comino. Así que cuando ayer se hizo una aparente porquería para merendar, yo no quise saber nada del tema.
Craso error. Porque yo me comí un simple pan con nutella mientras que él se zampó un sangüis de hamor con h. Escaldada por sus anteriores experimentos, no me atreví a probar más que una esquina pero bastó para darme cuenta de que estaba ante la ambrosía encarnada. La guarrería definitiva y perfecta. El sangüis de nutella y petisuis.
Sí, el aspecto es un poco vomitivo, pero ahhhh qué bueno, chatos. Porque no sólo de puturrús se alimenta el hombre y últimamente me estaba tomando a mí misma demasiado en serio, es hora de que el mundo conozca esta perversidad tan deliciosa. Con ella inauguro una nueva sección chiripitifláutica llamada "Guarro pero Rico", donde tendrán cabida toda clase de cochinadas sencillas y sabrosas de dificultad cero.
No sé si digno de figurar entre las guarrindongadas del maestro, por estar demasiado bueno, el Sangüis Hamor sabe igualito que la chocolatina Lila Pause de fresa, guarrería industrial que a mí me sulibeya cuando estoy en alguna estación de autobuses inhóspita. Salvando las diferencias del formato, es clavado.
Su elaboración es tan complicada que hubiese requerido de una explicación en vídeo, pero como no tengo cámara (¡aló patrocinadores!) intentaré detallaros todos los pasos para que no os liéis.
Importante: hay que decir "sangüis" o "sambuis", lo de "sandwich" es de pusilánimes y de gente con altas expectativas. Está hecho con nutella (sustituible por nocilla, praliné o vete tú a saber qué otras marcas ignotas de crema de cacao con avellanas) y petisuis de fresa de toda la vida. Imprescindible también decir "petisuis" y nada de Danonino o Yoquesédino, la marca no importa pero sí el sentimiento.
Sangüis de nutella y petisuis
Dificultad, así de primeras:no me hagáis reír Probables complicaciones:a lo sumo, que se te escurra el contenido Sabor: a chocolatina guarripeich rellena de fresa Receta de inspiración: ninguna, completamente original y pendiente de patente millonaria, tía tía INGREDIENTES para 1 sangüis
2 rebanadas de pan de molde1 cucharada (por decir algo) de nutella alias crema de cacao con avellanas1 petisuis alias queso fresco de sabor a fresa
El pan de molde en esta caso era integral e industrial, usad el que más rabia os dé. A lo loco y si vais de finolis se podría optar por rebanadas de brioche e incluso rellenar un curasán, pero no me hago cargo de posibles demandas por lorzas.
PREPARACIÓN: Aunque penséis que no, esta obra culmen de la humanidad tiene su proceso. Cual estrella rutilante de la nouvelle cuisine, mi medio limón elabora cuidadosamente el sangüis para que el equilibrio entre cacao y fresa sea perfecto. O sea, que si ponéis mucha nutella casi no se notará el sabor del petisuis, y entonces no tiene gracia.Lo primero es tostar el pan, en tostadora o plancha. Este paso otorgará al pan textura crujiente, porque si no lo sabíais, toda receta tiene que tener ahora varias texturas, por eso de hacerse la guay.Cuando se tengan las dos bases apropiadamente tostadas, se extiende sobre una de ellas la nutella. Lo justo para tapar todo pero sin pasarse.El paso más peliagudo es el de añadir el petisuis. Es básico reprimir las ganas de revolverlo dentro de su recipiente porque si no, se licuidifica (o como se diga) y la hemos liado. Se echa a borbotones en el centro del pan, rebañando bien las malditas aristas interiores que quieren robarnos las ganas de vivir. Como entiendo que es muy muy difícil e igual no vais a ser capaces de replicar el proceso, véase foto:
¿Me seguís?
¡Ya casi está terminado! Sólo queda colocar encima el otro pan, respetando claro está la equidistancia al centro geométrico del plano y haciendo coincidir las cortezas, superior con superior, roñosa con roñosa.
Eso es todo. Sé que es una ardua tarea pero confío en que seréis capaces de llevarla a cabo en caso de que tengáis curiosidad por esta loca combinación y/o seáis unos cochinos del copón.
Os doy mi palabra de honor de que está bueno. Viva el HAMOR.