Noviembre 2012. Estreno de la película en la 22ª edición del festival francés de cine e historia de Pessac. Exitazo para el film que se lleva todos los premios (oficial del jurado, estudiantes y público que se suman a la Espiga de Plata de la Seminci 2012). Acabo de asistir al primer thriller de teoría política sobre una de las principales cabezas pensantes de la historia del siglo XX y, aunque Hannah Arendt siempre me ha resultado difícil de leer, la película ilustra de manera tan perfecta su pensamiento que me dejado literalmente impresionado. Necesito ir más allá y comprender lo que acabo de ver.Mayo 1960. Han transcurrido casi 10 años desde que Hannah Arendt, alemana de origen judío, es ciudadana americana (desde 1937 es apátrida dado que su país le ha retirado la nacionalidad) tras su exilio en 1940 por causa de la persecución. Sus trabajos sobre el existencialismo o el totalitarismo le han otorgado un merecido reconocimiento, que confirma la viva inteligencia y el fino análisis que practica esta antigua alumna, y ¿algo más?, del célebre filosofo Martin Heidegger. Pero en unos meses su vida cambiará por completo.Abril 1961. Violando toda normativa internacional, tratado de asistencia consular y la soberanía nacional argentina, un grupo de espías israelís secuestra y traslada a Adolf Eichmann, antiguo responsable del transporte de deportados judíos a los Campos de Concentración nazis, a Israel para juzgarle por sus crímenes contra la humanidad. Hannah Arendt pide a la revista The New Yorker asistir como corresponsal durante los tres meses del proceso, para cubrir la noticia trabajando sobre una serie de artículos.
Margarethe Von Trotta, una de las directoras que mejor sabe retratar las personalidades fuertes femeninas, no se limita a realizar una biografía a la usanza sobre esta impresionante mujer. La realizadora se ha centrado en los cuatro años que cambiaron la vida de Hannah Arendt, a raíz de la publicación de su teoría sobre la banalidad del mal.Febrero 2013. La película, centrada en la politóloga, muestra muy poco del desarrollo del proceso Eichmann. Sin embargo pienso que algo me falta para poder comprender la figura de Hannah Arendt. Recordaba un impresionante documental de Eyal Sivan (El especialista, retrato de un criminal moderno, 1999), que había retomado las imágenes del proceso y realizado un montaje neutro.
Necesito hacerme una idea del oficial nazi, verle responder a las preguntas y sus reacciones para poder asimilar la banalidad del mal. Una teoría que, en resumen, presentaba a este asesino en eficiente y ejemplar funcionario más que como un sádico. En realidad, cumplía a rajatabla las órdenes y no se planteaba nada más. Las circunstancias especiales “obligaban” a ese individuo a actuar de esa manera.Dos horas viendo como un funcionario asesino se preocupaba más por la puntualidad de los trenes que por su contenido (miles de personas amontonadas en vagones con ventanas cerradas sin oxígeno ni comida ni agua durante días) pueden producir una infinidad de reacciones pero hay una, que se presenta como inevitable, la del vértigo provocada por la peligrosidad de la naturaleza humana.
La película de Margarethe Von Trotta cuenta con la formidable actriz, Barbara Sukowa, con la que trabaja desde, al menos, 1980. Una composición elegante de este personaje que no olvida presentar su lado seductor, amante de los buenos placeres y de una brillante sociabilidad. Aspecto que suele echarse de menos en todos los retratos de pensadores que, tanto en los libros como en las películas, parecen estar trabajando 24 horas al día, toda su vida.
Abril 2013. Siento que aún falta algo: la parte más importante de este triángulo que todavía no me he decidido a abordar, el de las víctimas. El cine ofrece la posibilidad de analizar la historia reciente a través de sus imágenes. Por desgracia abundan los testimonios sobre el holocausto, barbarie que parece inconcebible. Decido ver por primera vez el documental, mítico pese a la brevedad de sus 30 minutos, Noche y Niebla de 1955 (Nuit et Brouillard) de Alain Resnais y Chris Marker. Una sucesión de travellings que te adentra en los campos de concentración mientras Jean Cayrol, un antiguo deportado, clama indirectamente ante la responsabilidad colectiva de toda la humanidad que permitió que sucediese tal atrocidad.Junio 2013. Por fin se estrena en España, quizás, la película de más rabiosa actualidad y la que, día a día, recuerda la peligrosidad de la teoría de la banalidad del mal. Siempre habrá un superior en el que poder delegar la responsabilidad o unos órganos jerárquicos que nos impongan su visión y líneas de actuación. Es fácil justificarse diciendo que, al fin y al cabo, nosotros sólo hemos seguimos las recomendaciones del Banco Central Europeo de turno o del viento del Fondo Monetario Internacional (ya llegará la ocasión en que sus propios expertos -en su mayoría antiguos dirigentes de las instituciones responsables de estas sucesivas burbujas financieras- se disculpen reconociendo lo que ya antes los profanos afirmábamos como un error descomunal), pero el mal estará hecho.Quizás alguien se escandalice al ver comparados barbarie nazi y organismos financieros internacionales pero es que, por desgracia, el resultado es casi idéntico: poblaciones enteras condenadas a la precariedad, el sufrimiento, la miseria, el hambre, los desahucios y el paro. Todo ello basado en teorías de una dictadura económica que, tras innumerables veces en la historia, y ahora en la actualidad tras 5 años de crisis económica, muestran su reiterada ineficacia. Menos mal que para confirmar que nuestra naturaleza es verdaderamente humana y no animal, o que la banalidad del mal no debe repetirse y que no basta lavarse las manos y excusarse por cumplir órdenes, nos queda la mayor y única arma que ha demostrado su eficacia a lo largo de toda la historia: la posibilidad de decir no y hacerlo cuanto antes. Cuanto más tiempo pase, más víctimas caerán.