Hans Christian Andersen y su estancia en Barcelona

Publicado el 27 marzo 2013 por Srabsenta @srabsenta

No sé cuántas veces he pasado frente al Hotel Oriente desde que vivo en Ciutat Vella. Miles quizás… Y jamás había reparado en esta placa del Ayuntamiento que avisa que el 15 de septiembre de 1862 la Rambla se inundó y que además estaba Hans Christian Andersen para contarlo. ¡Una historia perfecta para el blog!
Andersen ha pasado a la posteridad por ser el autor de cuentos infantiles tan conocidos como El patito feo” (1843), “Las zapatillas rojas” (1845) o “La sirenita”(1837). De hecho, en Copenhague se encuentra la famosa estatua de la Sirenita, en su honor. Pero lo que poca gente sabe es que Andersen (Odense 1805 – Copenhague 1875), antes de dedicarse a la literatura infantil y hacerse famoso por ello probó unos cuantos oficios relacionados con el mundo artístico. Primero lo intentó con la ópera y para eso se trasladó a Copenhague en 1819 sin conseguir nada bueno sino más bien al contrario. Luego probó suerte como bailarín siendo admitido como alumno de danza en el Teatro Real de Copenhague, cuyo director era Jonas Collins, con quien trabó una gran amistad que perduró toda su vida. Con el hijo de su amigo vino a España en 1862 y de esa experiencia nació el libro “Viaje por España”donde relata su estancia en varias ciudades españolas siendo Barcelona la primera que visitó. 

La casualidad hizo que Andersen y Jonas Collins hijo estuvieran alojados en la “Fonda Oriente” de la Rambla el 15 de septiembre de 1862 (el día de la gran tormenta) y que el suceso quedara reflejado en su diario personal.Un extracto de ese diario fue publicado en la Vanguardia el 3 de agosto de 1975, en un interesante artículo de Jaime Buesasobre el centenario de la muerte del escritor, que reproduzco a continuación: 
Cuando llegué al hotel, Jonas me dijo que había inundaciones en la calle y echó a correr escaleras abajo. Yo me asomé al balcón mirando a la Rambla y vi como para cada lado bajaba una corriente de agua de color café amarillento que parecía formar como una cascada. Tuve miedo por mi joven compañero y también bajé. Entonces vi que a ambos lados del paseo, un poco en alto, las calzadas eran como un río que se llevaba todo lo que encontraba a su paso. Un carro que llevaba terracota había sido arrastrado un buen trozo calle abajo y el agua saltaba sobre él. Las tablas de las tiendas que habían estado fuera flotaban sobre el agua. El agua entraba en las casas. Maderas y calabazas parecían navegar por ese río. La gente iba con el agua hasta las caderas y una mujer fue arrastrada por la corriente y hubo naturalmente gritos, pero tres hombres lograron agarrar y casi en un estado de inconsciencia la llevaron a lugar seguro. Nunca había visto yo antes de esta manera la fuerza del agua, que también se metía por dos callejuelas estrechas del otro lado de la calle que parecían los estrepitosos canales que hacen mover los molinos. En todos los balcones e incluso en las azoteas se veía gente mirando."

Aun habiendo vivido esta tragedia parece que Barcelona le gustó. La comparaba con París al decir que "Barcelona es el París de España” e incluso decía preferir los cafés barceloneses a los de la capital francesa al comentarque "Sus magníficos cafés son mejores que los parisinos”. Por lo que he podido saber llegó a la ciudad el 6 de septiembre. Es decir, 13 días antes de la gran tormenta. Según consta en esas notas manuscritas de las que habla Jaime Buesa, esa primera noche cenó de primera, se fumó un puro, salió a pasear por las Ramblas (acompañado de su amigo Collins) y anotó en su diario lo siguiente “… las Ramblas estaban llenas de paseantes, con todas las señoras usando sus abanicos. Era una noche sumamente clara, la luna colgaba muy arriba planeando, no aparecía como si estuviera fija en el techo de una nave azul, sino que planeaba en el espacio… Yo me sentía alegre y feliz”.

Fotografía seguramente de principios del siglo XX de gente paseando por las Ramblas

Al día siguiente volvió a tomar nota de las impresiones que le producía la ciudad “…hay magníficas tiendas a la francesa en la Rambla y en la gran calle transversal.Por las mañanas nos dan chocolate con bizcochos; después, a las doce, almuerzo de dos platos, queso y fruta y la cena a las seis, muy buena y fina. Después de eso callejeamos…”
Además de pasear Rambla arriba, Rambla abajo y hartarse de comer visitó la catedral, se bañó en la Barceloneta y asistió a una corrida de toros en la plaza del Torín. Esto último de los toros fue la tarde anterior al gran diluvio. En definitiva, una estancia muy bien aprovechada como inicio de su periplo por España que continuó por Valencia, Murcia, Málaga, Granada, Cádiz, Madrid, Toledo y Burgos. 

Plaza de toros de El Torín

De su experiencia en nuestro país parece que no salió muy satisfecho ya que, aunque Barcelona le gustó y le dedicó grandes elogios, pasó bastante frío ya que el tiempo no le acompañó. Por otra parte también se sintió decepcionado al constatar que en España era un perfecto desconocido y que nadie (o casi nadie) jamás había oído hablar de él ni de su obra.
En el año 2005, coincidiendo con el 150 aniversario del viaje de Hans Christian Andersen y Jonas Collins, se inauguraron tres exposiciones conmemorativas en Cádiz, una de las ciudades por las que Andersen pasó (y de eso se hizo eco el diario ABC). Mientras que en la web del Centro Virtual Cervantes se puede consultar la versión digital de una de esas tres muestras titulada Andersen: Un viaje por España que organizó la Asociación Española de Amigos del Libro infantil y juvenil.

Hans Christian Andersen