“Me gusta interpretar a alguien más desenfadado que Ted. Creo que Sam tiene miedo de moverse en cualquier dirección y está yendo un poco en círculos. Bebe mucho, es el típico que acaba peleándose con el barman y no tiene ninguna atadura a nada ni a nadie hasta que ocurre algo en la película. Es algo muy común y en realidad en la película es él intentando abrirse a conexiones más profundas con otras personas. Algo importante es lo que dice el personaje de Malin Akerman al final: Ve y déjate querer.” – dice Josh en una entrevista para MovieLine.
Una película de personajes, cuyos futuros son tan inciertos como los de esta generación de treintañeros que todos conocemos. Destacan las interpretaciones, al margen de Josh, de Zoe Kazan, Pablo Schrieber (salía en la segunda temporada de The Wire) y Malin Akerman (a la que hemos visto en numerosas comedias románticas – aquí gustará y sorprenderá, su personaje es de lo mejorcito de la peli). Y la ciudad protagonista: Nueva York. Como en tantas otras pelis esta ciudad cobra protagonismo hasta el punto de convertirse en trending topic de la película, en la que una pareja protagonista se debate entre si irse o quedarse en la gran manzana. Una ciudad que lejos de la violencia y de la hostilidad que puede desprender cualquier gran urbe, ofrece al espectador en esta cinta un aire de “ciudad feliz”, en la que sus habitantes parecen no verse afectados por el estrés característico de cualquier centro cosmopolita.
“De algún modo pienso que los neoyorquinos están defendiendo su derecho a ser miserables. [Risas] Es una postura verdaderamente estúpida: “¡no me digas que hay felicidad en ninguna otra parte!” Recuerdo a una intelectual que dijo odiar cómo Giuliani había limpiado la ciudad. “Nueva York solía ser sólo para los más duros que se atreviesen a vivir aquí. ¡Ahora todo el mundo se muda aquí! ¡Es horrible!” Después de un pase de la película, una persona me dijo: “has escrito una película sobre Nueva York en la que todo el mundo está conectado, y todo el mundo en Nueva York está desconectado”. Y yo le dije, “bueno, no en mi Nueva York”. He tenido grandes conexiones con la gente. Una de las cosas de las que te das cuenta es que la gente sólo habla de sí misma todo el tiempo. [Risas] Se estaba descubriendo a sí misma justo ahí, y no tenía nada que ver con la geografía.” – añade Radnor.
Una comedia romántica que se sale de los cánones típicos establecidos por los grandes estudios, para posicionarse como la mejor opción para pasar un rato agradable, darle vueltas (no demasiadas) a ciertos tema (de manera relajada) y salir, sí o sí, con una sonrisa bien incrustada.
VANESSA PASCUAL
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