Harina de otro costal, de Ana Cepeda Étkina

Por Dolega @blogdedolega

Hace una noche de lluvia, frío y viento. Una de esas noches que  solo algo realmente importante en mi vida, me hace vestirme y salir con una sonrisa pegada a un paraguas chorreando. Aparco en un sitio desconocido, me desoriento y cuando llego a la puerta de la biblioteca mis pulmones hiperventilando se niegan a decirle a la mujer de la recepción donde voy. Me mira, la miro y le vocalizo sin hablar lo mejor que puedo la palabra mágica: “Presentación libro Ana Cepeda” sonríe y me señala con el dedo una sala.

Entro y compruebo consternada que llego tarde, pero es lo que tiene no conocer los parkings de todos los pueblos de la sierra.

Amablemente me traen una silla e intento no interrumpir demasiado, pero ella que está en medio de la presentación, me tranquiliza con una sonrisa. Son las ventajas de tener amigos influyentes…

La acústica de la sala es realmente mala pero su voz alta, clara y firme hace que la escuchemos perfectamente. Habla de cómo escuchaba a su padre escribir en la vieja máquina, de cómo le impactó leer el manuscrito, de cómo ha ido descubriendo cosas del  protagonista, que ignoraba y la que habla es la autora de un buen libro. La escritora de una historia que todos debemos leer.

En ese momento recuerdo que tengo hecha la reseña del libro y que con tanto jaleo personal, no he publicado en el blog.

En las guerras existen tres bandos:

Los vencedores, esa minoría privilegiada que será la encargada de escribir la historia, acaparar el poder, los frutos de la victoria y distribuir a su antojo los pocos recursos que hayan quedado y los muchos que se generarán a partir de ese momento.

Los vencidos, esa minoría privilegiada que, dependiendo de la importancia que tuvieran durante la contienda y debido a su posibilidad de acceso a la información confidencial, podrá salir a tiempo a sitio seguro, con recursos económicos suficientes para poder rehacer su vida con un mínimo de comodidad e influencias.

Los perdedores, esa inmensa mayoría de gentes, de todos los bandos, que se han visto involucradas en un conflicto que les ha destrozado la vida, les ha segado la juventud y les ha marcado para el resto de sus días sin poder hacer nada para evitarlo. Esos millones de personas que simplemente fueron moneda de cambio y pretexto entre los que mandaban en el tablero de juego.

Pedro Cepeda, niño de la guerra llegado a Rusia con apenas catorce años pertenecía al grupo de los perdedores, así que sencillamente se convirtió en uno de los tantos ejemplos de vidas condicionadas por intereses políticos.

Ya se lo dijo desde el principio Dolores Ibarruri (La Pasionaria) “Tú eres Harina de otro costal”… Una frase lapidaria que significaba mucho y nada de ello bueno.

La feroz dictadura comunista, con Stalin al frente, le enseñó el precio que hay que pagar por no querer vivir en su “paraíso” e intentar salir de allí a como diera lugar, aunque fuera metido en un baúl como equipaje diplomático, el caso era escapar de aquel régimen tremebundo y alienante, pero realmente su mayor pecado era pensar, sencillamente pensar, cuestionarse lo que veía, hablar sin tapujos de aquello que era evidente para muchos, pero que nadie se atrevía a decir en voz alta.

La historia de Pedro te va mostrando cómo se puede llegar a lo más bajo de la condición humana en nombre de una idea, de una doctrina.

A través de sus páginas sientes el frío aterrador del miedo durante la tortura, de la injusticia ante la total indefensión como persona, sientes como le despojan de su dignidad como ser humano en nombre de una mentira y en esos momentos te notas absolutamente desolado.

Piensas en todos aquellos que pasaron por dictaduras atroces de todos los colores, en los que aún hoy en día viven el mismo calvario e imaginas a alguien pensando algo parecido:

“Los sueños eran lo único que quedaba como exclusivo patrimonio y soñar despierto era casi un templo sagrado donde el celador no había conseguido penetrar aún. Además, soñar dormido era el paraíso, porque con los ojos cerrados nadie podía adivinar en qué se pensaba”

Pero quien espere un libro exclusivamente de dolor y muerte se equivoca. Es un libro que también tiene alegría, grandes dosis de ironía y rezuma la frescura de las vivencias juveniles. Es la historia de un superviviente pero también de un artista, de un amante de la música, de alguien que llevaba consigo la luz y el sol de su Málaga natal, que nunca se calló aquello que pensaba y que siempre reivindicó su derecho a volver a la tierra que le vio nacer y lo hizo de un modo que llegó a ganarse el respeto incluso de sus verdugos.

Es una maravillosa muestra de una vida sin odio a pesar de todo lo ocurrido, porque este es un libro de denuncia pero no de venganza y ahí está el secreto, el porqué la historia te lleva en volandas de principio a fin…

Y voy caminando bajo la lluvia hacia mi coche convencida de que la historia que cuenta Ana Cepeda es muy buena, pero la forma de contarla revela que soy afortunada al conocer a una gran escritora que seguro nos sorprenderá con otros registros.

Por ahora disfruten de esta ópera prima que pueden encontrar en:

http://www.queimadaediciones.es/cat%C3%A1logo/colecci%C3%B3n-nuestra-memoria/harina-de-otro-costal/

http://www.traficantes.net/libros/harina-de-otro-costal

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