La historia llega a su fin, la segunda parte del último libro de la saga del mago adolescente, llamada Harry Potter y las reliquias de la muerte, llega a los cines con la promesa de mostrar un final épico y digno a la altura de las circunstancias, y mostrando todo aquello que los seguidores tanto desean: ver el enfrentamiento final (y apocalíptico) entre Harry Potter (Daniel Radcliffe) y Lord Voldemort (Ralph Fiennes).
La idea de dividir el último libro en dos partes (algo que, en principio, puede parecer totalmente innecesario y con un deliberado afán recaudatorio) es absolutamente necesario para abarcar la cantidad de acontecimientos que se desarrollan; si bien, la primera parte fue la más perjudicada al incluir escenas poco relevantes o excesivamente largas (como los paseos por el bosque).
En esta última película de la saga nos encontramos con un ritmo trepidante y una acción continua, que no deja descanso al espectador y que es, en definitiva, el punto final de todos los argumentos, historias y personajes que han ido apareciendo a lo largo de las anteriores siete películas.
Harry Potter y las reliquias de la muerte, parte 2 es un regreso a las raíces de la historia, una vuelta a la primera película y, por extensión, a sus seis continuaciones. Magistralmente, el argumento retoma lugares, objetos, personajes e ideas de las anteriores entregas, convirtiéndola en un continuo guiño o referencia para los seguidores de las novelas de J. K. Rowling.
Intentando cerrar el círculo, la historia nos lleva de vuelta a Howgarts, donde todo empezó y donde todo terminará. Los efectos especiales han conseguido que la destrucción del colegio de magia sea absolutamente espeluznante; aunque el posterior asedio al castillo es descaradamente similar a las batallas de las adaptaciones de Las dos torres y El retorno del rey de la trilogía de El señor de los anillos (trolls incluídos).
El capítulo final de las andanzas del mago Harry Potter mantiene dignamente el estilo y la coherencia con las anteriores entregas (haber estado dirigidas por el mismo director ha sido imprescindible), elevando el nivel de dramatismo, la oscuridad de la trama y la evolución hacia la madurez de los personajes.
Sin embargo, es destacable cómo, a pesar de la crudeza de algunas escenas e ideas, se pasa de puntillas sobre algunos aspectos importantes (como las muertes de personajes principales o secundarios), sin caer en la provocación de lástima o lágrima fácil en el espectador.
La saga de Harry Potter es una alegoría sobre la madurez personal y el enfrentamiento a los miedos interiores, los personajes terminan por realizar todos sus deseos sin miedo a las consecuencias, pero sólo se percatan de que deben hacerlo para ser felices cuando están frente a una situación de riesgo, cuando están a punto de morir; no sólo el protagonista demuestra que debe enfrentarse con valor a su destino (el enfrentamiento final del que huye desde hace 7 películas), también la mayoría de secundarios dan rienda suelta a sus sentimientos en la parte final de la película.
Continuado con el estilo implantado en las anteriores entregas, esta última parece ser un capítulo más de la saga; que, aunque cierra todo el arco argumental de todas las películas, no trasmite una sensación real de finalización de toda la historia. Y tampoco ayuda el epílogo ñoño y dulzón que los acérrimos seguidores ansiaban ver en pantalla desde que se filtró en internet durante el rodaje.
El doblaje vuelve a ser un punto flaco de esta película, continuando, también, con el estilo de las anteriores entregas: las voces suenan vacías, teatrales y poco entonadas o acordes con la situación que se representa en pantalla (aunque los actores de doblaje lo habrán hecho lo mejor que han podido, bajan considerablemente el talento interpretativo de los actores).
Y el 3D vuelve a brillar por su absoluta e innecesaria presencia, no es destacable ni recomendable ver la película en tres dimensiones. No consiguen ni siquiera transmitir la sensación (tan deseada) de profundidad; es totalmente necesario disfrutar de la película en su formato original (tal y cómo se rodó) sin las molestas gafas. A excepción, por supuesto, de la batalla final donde, al parecer, se han esforzado en crear la sensación de tridimensionalidad.
A pesar de todo, Harry Potter y las reliquias de la muerte, parte 2 es un final digno, coherente y satisfactorio para toda la saga, sin embargo es previsible y poco sorprendente (pues es bastante evidente cómo va a terminar la historia desde la primera película); y, aunque la evolución hasta el momento final haya requerido de un viaje tan extenso en el tiempo, ha merecido la pena disfrutar del paisaje.Muchas más noticias en No es cine todo lo que reluce.