¿Has probado a escribir un diario?

Por Lorena White @lorenagwhite

El autoconocimiento es la base de cualquier proceso de búsqueda personal. Si hace tiempo que intentas encontrarte a ti mismo, conectar con lo que realmente deseas conseguir/hacer en la vida o estás en camino de encontrar tu camino, autoconocerte (saber qué te gusta, qué no te gusta, qué te asusta, qué te motiva, qué te apasiona, qué pone triste, qué te afecta, cuáles son tus puntos fuertes y tus puntos flacos, tus debilidades y tus fortalezas…) puede marcar la diferencia entre escoger algo o no escogerlo, entre tomar las decisiones acertadas, acordes siempre con tu personalidad y criterio, o las decisiones equivocadas (que no por equivocadas, tienen que ser irrevocables o irreversibles, ojo).

El autoconocimiento se puede practicar de muchas formas, pero si eres de los míos, y a ti como mejor te funciona la mente es pasando tus pensamientos por el filtro de la escritura, quizá el post de hoy te interese. Hablamos de diarios, ¿te quedas?

Creo que en general, escribir un diario se ve más como un proceso teenager que como algo que se puede practicar cuando uno no es tan adulto. Probablemente los adolescentes de hoy (si hay algún adolescente en la sala, que se manifieste) no se han acercado en su vida a un diario, pero yo recuerdo que cuando era muy, muy teenager, me gustaba escribir todo lo que me pasaba, todos mis pensamientos y todo lo que se me ocurría en diarios. Luego desapareció esa costumbre en mí, pero sí es cierto que cambié el diario por la agenda y que, aunque no utilizaba un tono tan personal ni trascendente, seguía anotando en ella los puntos de mi día, cosas en las que tenía que trabajar, ideas que se me ocurrían, citas que me inspiraban…

No sé si has escrito algún diario en tu vida, si has tenido esa fase de escribir (¡y escribir a mano!) un diario personal o si has llegado a experimentar lo que se siente cuando, ya inmerso en la vida adulta, lees tus diarios de adolescente. Pero si no lo has hecho y te apetece, creo que puede ser una buena fórmula para autoconocerte, sobre todo si estás inmerso en un proceso de búsqueda para lograr definir quién eres y lo que quieres. Por eso, hoy te traigo 5 formas en las que un diario puede ayudarte si estas buscando tu camino.

1. Asentar el hábito de escribir en tu día a día:

Recuerdo que cuando escribía diarios de adolescente, siempre esperaba al momento antes de irme a la cama para escribirlos. Para mí era un logro escribir varios días seguidos e incluso, pasado un tiempo, repasarlos y ver que era más constante de lo que parecía. Escribir un diario implica, como su nombre indica, tener que escribir a diario, sobre todo si quieres comprometerte, ya de adulto, a escribirlo en serio. Y escribir a diario implica, inevitablemente, crear un hábito. Reservar un momento, un rato de tu frenético día, para escribir.

2. Es importante escribirlo a mano:

Estamos ya tan hechos a escribir en la pantalla del móvil o en el teclado del ordenador, que parece que se nos ha olvidado escribir a mano. ¿Te acuerdas de ese dolor que sentías cuando llevabas un rato escribiendo, por ejemplo, mientras cogías apuntes en el instituto? Escribir a mano implica tachar, implica un proceso mucho más complejo que el de teclear letras y te hace estar conectado únicamente a eso, a tu proceso de escritura. El hábito de escribir un diario, complementado con la conexión que implica escribirlo a mano, son los dos primeros pasos para que el proceso te ayude a aclarar tus ideas, a clarificar tus pensamientos o a sentir más profundas tus reflexiones.

3. Para empezar, proponte pequeños retos:

Aléjate del concepto teenager de escribir un diario contando aquello que te ha pasado en el día o lo enamorad@ que estás del compañer@ de la tercera fila, a pesar de que no te hace ni caso. Intenta hacer un poco más complejo el proceso de escribir un diario, empezando, si quieres por los siguientes ejercicios:

  • Hoy voy a… (plantéate el reto al revés. Escribe por la mañana o la noche anterior, enfocándote en algo que intentes hacer, sea un objetivo que tienes en el día o alguna prueba par ti mismo, como por ejemplo, intentar pasar el día sin quejarte, sonriendo más o hacer algo como salir a correr o no utilizar el móvil. Después, escribe la reflexión. ¿Has conseguido tu objetivo? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué?)
  • Las dudas que tengo acerca de… (a veces hay algo que nos preocupa o que nos provoca mucha incertidumbre. Muchas veces, la incertidumbre son un montón de preguntas sin resolver. Plasmarlas por escrito implica hacerlas tangibles, accesibles para cuando quieras leerlas. Que no te asuste descubrir tus dudas acerca de algo. El reto de plasmarlas, por supuesto, es encontrar la manera de responderlas).

En realidad estos ejercicios son orientativos. Si tienes otro tipo de idea acerca de cómo puedes empezar por escribir tu diario, llévala a cabo. Luego sólo tendrás que seguir escribiendo. Y, por supuesto, no escatimes ni en espacio ni en palabras. Escribe exactamente lo que te apetezca escribir, exactamente sobre cómo te sientes en ese momento, y después experimenta con ello, leyéndolo de nuevo pasado un tiempo, para saber qué cosas has aprendido en el proceso.

4. Escribir te ayudará a tomar conciencia:

Tengo muchas y muy poderosas razones por las que yo, particularmente, apoyo el proceso de la escritura como algo más que simplemente escribir. Alguna vez he dicho que escribir me salva, y que muchas veces me expreso mejor por escrito que hablando. Hay gente que no necesita poner sus ideas o sus reflexiones por escrito, porque su mente ordenadísima es un paraíso de los pensamientos, pero en general, escribir nos ayuda a tangibilizar aquello que está dentro de nuestra cabeza, a tomar conciencia de aquello que queremos, que deseamos o que odiamos, y a actuar en consecuencia. En general es, como decía al principio del post, todo un proceso de autoconomiento.

5. La clave de todo estará en seguir escribiendo:

Puede parecerte, después de haber leído toda esta retaila sobre los diarios, que a ti particularmente, escribir uno no te va a ayudar nada. Pero yo te diría que simplemente probaras y que, ante todo, continuaras. Que si sientes que te enfadas o que te pones triste al escribir, sigas escribiendo; que aunque creas que es una tontería que no te va ayudar, escribas y si al final, después de haber escrito durante varias semanas un diario en el que has reflexionado de lo que simplemente te ha dado la gana, no te encuentras más descargado y no te sientes un poquito mejor de como estabas al principio, lo dejes (o mejor, sigas escribiendo).

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