Hoy en día vivimos en un estado de alerta constante debido a las amenazas de atentados terroristas en todo el mundo, u observamos o escuchamos con horror los escalofriantes relatos de los refugiados que huyen de las zonas ocupadas por el ISIS, donde las ejecuciones y la represión están a la orden del día. Pero ¿es este fanatismo un fenómeno que empezó a surgir en la década de los ochenta para derrotar a los enemigos del Islam? Al parecer, la historia encierra más entresijos de los que nosotros pensamos.
La secta de los nizaríes, o más conocidos como los hassassins, fue una organización militar y religiosa chiita surgida en Persia. Su periodo de actividad se puede localizar entre los siglos XI y XIII, coincidiendo con las disputas entre cristianos y musulmanes por el control de la Tierra Santa (las denominadas Cruzadas). Aunque muchos piensan que esta secta nació para expulsar al invasor cristiano de los territorios de Oriente Medio, la realidad es muy distinta: ellos solían combatir a otros musulmanes. Su oscura fama la forjaron gracias a su actividad de asesinatos selectivos contra dirigentes políticos, militares, religiosos y reyes. Su carencia en número la compensaban con su práctica de la <<guerra asimétrica>>: estrategia que consiste en matar a los líderes de tus rivales, llegando a sembrar la desorganización y desestructuración en el bando enemigo. Su aliciente para matar era la fe y sus tácticas y fanatismo les permitieron crear un imperio invisible del terror desde el Mar Caspio hasta Egipto.
El término “hassassin” era usado de manera peyorativa por sus enemigos (sunitas y cruzados) para referirse a ellos como “comedores o tomadores de hachís” debido al supuesto consumo de esta droga por parte de los miembros de la secta antes de ser enviados a misiones para estimular su imbatibilidad, pero esta teoría no está confirmada debido a la a la falta de documentos y registros que poseemos sobre ellos.
Todo comenzó un 4 de Septiembre de 1090, cuando Hasan al-Sabbah, conocido como “el Viejo de la Montaña”, tomó la fortaleza del Alamut (nido del Águila), en la cima de una montaña cercana a Qasem Khan (Irán).
Hasan adiestró a su cuerpo especial de combatientes llamado fedayines, que significa <<los que ofrecen su vida por otros>>, <<ángeles destructores>> o <<autosacrificados>>, y estaba integrado principalmente por chiitas e ismaelitas, una facción religiosa que se separó de la rama chiita.
Hasan al-Sabbah comprendió que la mente humana podía llegar a ser muy manipulable y, usando la religión como instrumento de influencia, se ganó la lealtad de alrededor de 60000 fanáticos. Hay una narración un tanto exagerada de Marco Polo tras su visita a la fortaleza de los hassassins en 1273 que cuenta que Hasan, para ganar nuevos adeptos, drogaban a individuos de colectivos vulnerables, como niños huérfanos, para llevarlos a los jardines de la fortaleza del Alamut. Cuando estos sujetos despertaban se veían rodeados de un paisaje idílico lleno de fuentes, animales exóticos, mujeres bellas… A continuación, les volvían a drogar y despertaban pensando que habían estado en el paraíso. Hasan les aseguraba que ese era el destino que les esperaba si morían por su fe. Este relato es bastante inverosímil ya que la fortaleza fue destruida catorce años antes de su visita.
Podemos dividir el desarrollo de la vida de un hassassin en dos partes:
- Adiestramiento
Recibían un duro entrenamiento físico y militar acompañado de un intensivo adoctrinamiento religioso para despertar su fanatismo. El conjunto de habilidades que se impartían iba desde el uso de venenos, manejo de dagas y camuflaje hasta la adopción de costumbres de cualquier lugar y el aprendizaje del comportamiento de un monje, soldado o comerciante: un conocimiento que vendría de perlas para poder infiltrarse en el círculo de la víctima seleccionada.
- Misión
Se disfrazaban de civiles y transitaban por la ciudad de la víctima sin llamar la atención. Su objetivo era el estudio de sus movimientos, las rutas que usaba, etc. Su Modus Operandi era casi siempre el mismo: llegaban, mataban (apuñalamiento, envenenamiento…) y se marchaban. Nunca causaban víctimas colaterales y siempre cometían los asesinatos de la forma más vistosa posible, específicamente en lugares públicos y a pleno día con el único objetivo de sembrar el terror. A veces solamente dejaban mensajes y amenazas a la víctima para, posteriormente, lograr su sumisión. Un ejemplo son las dagas que dejaban al lado de la almohada de la víctima.
Algunas de sus víctimas más importantes fueron:
- El Rey Conrado I de Jerusalén, asesinado en 1192.
- Saladino. Aunque se le intimidó no consiguieron asesinarlo.
Su imperio del terror sucumbió en 1259, cuando los mongoles asaltaron e incendiaron la fortaleza del Alamut. La destrucción de este bastión supuso la pérdida de muchos documentos que nos habrían ayudado a desentrañar muchos misterios sobre esta secta que aún no se han podido resolver.
Hasan fue un pionero en todo lo relacionado a la modernidad criminal, como la utilización de las <<células durmientes>>: personas que se infiltraban entre el enemigo y permanecen inactivos hasta que llega la hora de atacar.
Los hassassins llegaron a suscitar la curiosidad de algunos autores y ensayistas, quienes llegaron a plasmarlos en sus obras. En “El péndulo de Foucault”, de Umberto Eco, se hace mención a una posible relación entre templarios y hassassins durante las cuzadas, mientras que, en “Ángeles y Demonios”, de Dan Brown, se insinúa la presencia de esta secta en la actualidad.