Cada persona tiene una definición distinta de algo, que por ser un sentimiento, resulta intangible. Para algunos amar es sentir mariposas en el estómago, no ver los defectos del objeto amado o puro placer de la carne. Para mí, sencillamente es dar sin esperar recompensas. El amor es así de frágil. Por eso no se debe entregar a cualquiera, por aquello de “no echar las perlas a los cerdos”.
¿Hasta dónde se debe amar?
¿Cuál es el límite de la entrega?
Se puede amar infinitamente…hasta donde tu dignidad lo permita. Porque lo primero es amarse a uno mismo.
Cuando amas pródigamente, sin que la otra parte haya hecho méritos, resultarás utilizado, ninguneado y sufrirás demasiado por alguien que no lo merece.
El amor es un tesoro inconmensurable, por tanto, ofrécelo a quien lo merezca, a la persona que sea digna de recibirlo, que sabe valorarlo. De lo contrario, guárdate todo ese amor en el sótano de tu alma. No lo expreses.
Que nadie se engañe, toda relación romántico-sexual es un intercambio de valor. Es un da y toma.
Verás que muchos hablan del amor pero casi ningún hombre está dispuesto a amar a una mujer muy fea, o las mujeres a un hombre miserable o de carácter débil, por más romántico, bondadoso o respetuoso que este pueda ser.
Si en realidad estás lleno de amor, lo demostrarás ayudando a los necesitados, dedicando tiempo para escuchar a los ancianos que se sienten solos y nadie habla con ellos, o compartiendo de tus bienes con los que están en necesidad. Ese es el amor verdadero. Lo otro es historia de novela rosa.
Por eso, alguien con quien vivirás tu vida, que será tu pareja, tiene que ganarlo y merecerlo. Solo así podrás ser amado. Puedes hacer cualquier cosa dulce por la persona amada, cualquier sacrificio, pero cuando se pase de la raya tienes que demostrarle que eres bondadoso, pero que contigo no se jode. Respétate primero y después ama.
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