Hay muchas personas que beben para olvidar, y muchas terminan en un profundo pozo que lo sumerge en una depresión constante. El alcohol puede llegar a ser una potente droga que termina por devorarte. La marihuana se prohibió cuando el alcohol se legalizó (allá en los EE.UU durante la década de los años 20 del siglo pasado) y algo había que hacer con todos esas personas que dedicaban a luchar contra el contrabando de alcohol en pleno inicio de la crisis que desembocó en el crack de 1929, así que había de buscarse un sustituto. De ahí al catálogo de drogas perjudiciales para la salud de las Naciones Unidas. Hasta la fecha. El LSD se prohibió porque, a pesar de sus resultados positivos en tratamientos neuronales, saltó a la calle y trajo muchos "bad trip". Hasta la fecha. Pero eso son historias que no hacen sombra a los combinados sintéticos con los que ahora se trafican. Pero el alcohol se lleva la palma a la hora de sus uso para olvidar. Es tan cómodo y parece tan inofensivo. Beber para olvidar los problemas y las miserias de esta sociedad siempre ha sido un stándard. Y una gran fuente de ingresos a través de impuestos por parte de los Estados (casi todo son impuestos en el precio del alcohol y el tabaco). No diré que yo no he bebido. Ni voy a dar sermones en contra ni a favor. Ni diré que me no tomo mis cervezas pertinentes. Pero sí diré que beber para olvidar no va a terminar con los problemas. en todo caso, los agudiza. Y también que todo es relativo, según los intereses que tengan para los Estados. De hecho, se estudia con una liberalización de la marihuana y el LSD, así como sacarlo del registro de drogas muy nocivas de la ONU. Y voilá, el punto de comparación para una nueva lista de drogas son las legales y beneficiosas económicamente del alcohol y el tabaco. No sé si veré ese día. Hasta la fecha.