No por esperado deja de golpear fuerte el desenlace de la grave enfermedad que se ha llevado al amigo, colega y maestro académico. Desde México, donde me entero justo antes de dar un seminario de profesores, escribo estas líneas a vuelapluma que por apresuradas no dicen casi nada de lo que deberían decir.
Descanse en paz quien fué dejándose la vida a jirones para sacar adelante -y animar a otros a hacer lo mismo- empresas de comunicación, aventuras académicas en torno a la comunicación, y al servicio siempre de los demás. Desde sus años como decano de la Facultad de Comunicación o como rector de la Universidad de Navarra, ha sido ejemplo de trabajo denodado en pro del bien común y del bien concreto de cada persona -de los muchos cientos y miles de personas- que encontró y tuvo cerca. Porque -en los más de cuarenta años en que hemos trabajado en las mismas aventuras académicas- he podido comprobar la intensidad con que supo querer a cada uno, a todos.
Aquí sigue lo que dicen de él en una noticia de urgencia de RomeReports, su última locura empresarial. Las imágenes son de la ceremonia en que recibió el doctorado honoris causa en la Facultad de Comunicación Institucional de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en la que tengo el honor de haber trabajado con él no pocos años, y en la que su memoria no podrá ser nunca algo de oficio, porque hay que continuar la labor académica y profesional por él comenzada:
Hasta siempre, querido Alfonso. Descansa en paz, que bien lo mereces. Daré el seminario de profesores en tu honor, hablando del tiempo, más o menos empresarialmente, como solías hacer: hay que ganar tiempo, por medio de hábitos buenos, con virtudes... Ya sé que con tu tiempo te has ganado merecidamente la eternidad, junto al Creador de esa fuente -como dices- del tiempo que por aquí seguimos invirtiendo en unas y otras cosas... Échanos una mano en mejorar esas inversiones de nuestro tiempo. Un abrazo, Alfonso.
Leo esto en la nota de urgencia de la Universidad de Navarra.