Hasta que el gobierno nos separe (Podemos e IA)

Publicado el 14 febrero 2020 por Monetarius

El divorcio entre la Izquierda Anticapitalista y Podemos estaba escrito desde hace unos seis años, justo cuando Pablo Iglesias empezó a evaluar la posibilidad de entrar en política. Por parte del profesor de Vallecas estaba en su ánimo aprovechar la falta de credibilidad de los principales partidos para entrar en escena. Por parte de Miguel Urban, que fue el que habló con Iglesias, estaba la perspectiva "entrista" propia del trotskismo. En esa lógica, no veían con malos ojos buscar una cara mediática, joven y de izquierda para encabezar una lista a las elecciones europeas que lograra ir más allá de los 23.000 votos que cosecharon en el conjunto de España en las últimas elecciones que se presentaron. Estas dos miradas tenían que terminar chocando. Pablo Iglesias entraba en política para gobernar, y los trotskistas se presentaban a las elecciones para tener una cabeza de playa.

La separación -los medios ni lo mencionan-, ha sido pacífica y eso es, vista la historia, un avance. Ojalá sea una manera repetida en el futuro y se convierta en un aprendizaje permanente. Porque vamos a juntarnos y separarnos mucho. Parece que algo se ha aprendido. La salida de Errejón no derrochó elegancia. Fue anunciada el mismo día del quinto cumpleaños de Podemos -lo que demostraba cierta enajenación airada-, junto a la creación de un nuevo partido que organizó en secreto con la financiación que había puesto Podemos para que liderara su lista a la Comunidad de Madrid. Bescansa anunció su marcha filtrando antes torpemente una propuesta conspirativa para intentar tumbar a su Secretario General. Otros se marcharon ganando su minuto de gloria sólo porque atacaban a Podemos en los medios que antes les habían insultado, .

Si miramos a la historia, las separaciones en la izquierda han sido terribles. Marx y Bakunin se separaron feo y mentándose a la madre. Lenin llamó renegado a Kautsky. Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht se fueron del partido socialdemócrata alemán cuando se aprobaron en 1914 los presupuestos de guerra. . Bajo un gobierno del SPD, de sus antiguos compañeros, fueron asesinados por militares por formar la Liga Espartaquista. Stalin mandó a México un español que amaba a los perros a que le clavara un piolet en la cabeza a Trotsky, y comunistas españoles desaparecieron a Andreu Nin que había fundado el POUM y pensaba que había que hacer la revolución al tiempo que se luchaba contra Franco.

En que la separación haya sido pacífica, algo ha ayudado que Podemos haya demostrado una generosidad enorme al no reclamar las actas de diputados o del Parlamento Europeo que se han quedado los Anticapitalistas (que han pensado que los escaños no forman parte del terrible capital). Fueron, en verdad, actas obtenidas en las listas de Unidas Podemos. Eso generará fricciones por abajo en la militancia de Podemos. Esa contradicción saldrá a la luz cuando empiecen los probables reproches de los trotskistas al gobierno de cambio y las bases de Podemos se lo recuerden. Es verdad que uno no habla en poesía todo el rato, aunque es de desear que cuando llegue la prosa todos sigan guardando las formas. Porque nos vamos a juntar y separar mucho.

En el fondo de la separación hay algo del ADN de Izquierda Anticapitalista. Como ocurre en las corrientes trotskistas, gobernar no es casi nunca una prioridad. En su lectura -por lo general muy elaborada-, siempre la situación objetiva está madura para cambios estructurales, la última crisis del capitalismo está al caer y, piensan, cualquier cesión debilita la revolución inminente. De la cual ellos, por cierto, son, en su tradición, los principales interpretes. El trotskismo no suele ser muy humilde -para eso son de los más leídos en la izquierda- y piensan que casi son los únicos que saben leer correctamente las necesidades políticas.

Un partido como IA experimenta una contradicción enorme si está en el gobierno con el PSOE y al tiempo mantiene intacta la posibilidad teórica y política de cambios revolucionarios en España. El trotskismo suele "sobredeterminar" teóricamente la crisis del capitalismo. Y es verdad que en términos teóricos hay muchas razones para pensar que todo está a punto de derrumbarse. Pero luego no se derrumba y te quedas colgado de la brocha y sin escalera. Y entonces viene una detallada explicación teórica de por qué no ha ocurrido pero cómo la siguiente sí va a ocurrir. Y estando tan linda la habitación en el boceto ¿para qué mancharse con pintura?

En cualquier caso, Podemos tiene que presentar en Vistalegre III un documento político que va a ser el más importante de los que ha discutido hasta ahora. El documento organizativo es esencial porque tiene que ir preparando las condiciones del partido-movimiento que será en el futuro y que todavía no es. Paradójicamente, es precisamente gracias a la desaparición de las grandes disensiones internas que Podemos va a otorgar, por fin, una mayor capacidad de incidencia a las bases y a los círculos, algo que era más complicado en una lucha interna que, como se ha visto, tenía intenciones fratricidas en esa aventura de la que incluso Manuela Carmena ha abominado. El documento político tiene que dar cuenta de hacia dónde quiere ir Podemos. Porque no basta con entrar en el Gobierno y poder dar respuestas urgentes a problemas urgentes -que no es poco-, sino que tiene que perfilar cuál es su idea de España, de Europa, del mundo acordes con una formación política que nació del 15M y que liga a los movimientos sociales su ideario político y las razones para dirigir el Estado.

Las fórmulas políticas de la izquierda en el siglo XXI tenderán hacia Frentes Amplios. Es casi imposible que un solo partido pueda dar cuenta de asuntos que están llenos de miradas contradictorias. Vamos a ser todos, como le pasa a la luz, onda y partícula, locales y globales, racionales y sentimentales, consumidores y ecologistas, masculinos y femeninos, patriotas y cosmopolitas. Podemos va a aprender en el gobierno que gobernar es cabalgar contradicciones y, como decía Lenin, caminar entre precipicios. Y para no repetir los errores del siglo XX, la única solución es un partido-movimiento capaz de impulsar un Frente Amplio y que se reinvente constantemente. Cuando se convoquen elecciones, se pasará de la poesía a la prosa. Ahí regresará la discusión de si los hombres, ya en situación electoral, volverán a unir lo que los dioses de la revolución permanente hoy, sin elecciones en el horizonte, han separado.