Los libros son maquinas de viajar en el espacio-tiempo, no importa cuando fue escrito o donde, en el momento en que comienzas la lectura el autor está contigo, entra en tu cabeza y te cuenta historias, o te explica algo, o sencillamente te invita a reflexionar, así que en cierta medida, al menos para mí, cuando leo es como estar con el autor del libro, escuchándole, pensando con él, reflexionando con él, aprendiendo gracias a él, o pasando un buen rato gracias a él. En el caso de Stenger han sido muchas las horas, que en este sentido, he pasado en su compañía. He aprendido mucho sobre el universo gracias a él, y también aprendí la multitud de falacias y trampas que hacen los defensores del diseño inteligente, cuando dicen que el universo ha sido diseñado por Dios o que ha sido creado por este. De hecho, sus lecturas fueron un acicate para lanzarme en la aventura de escribir “El diseño inteligente ¡vaya timo!”, de hecho, durante la realización del mismo, tuve la oportunidad de intercambiar unos mails con el propio Stenger para ver si me dejaba reproducir datos que el mostraba en alguna de sus obras, Stenger accedió encantado.
Días después de enterarme de la noticia, a veces me sigo quedando mirando alguno de sus libros, pasando las hojas de los mismos, releyendo algunos de los pasajes que tengo subrayado, y una vez más, gracias a él, me adentro en los secretos del universo, y vuelvo a disfrutar como la primera vez que los leí, pensando, reflexionando. Si tenéis oportunidad, leedle, hasta cuando no se está de acuerdo con él, te obliga a pensar con cautela para atacar su postura.
Desde aquí solo puedo decir una cosa, gracias Victor, gracias por enseñarme con tus libros, por hacerme pensar y por tu gratitud cuando un humilde servidor te pidió ayuda para escribir su libro. Gracias por ayudarme a crecer como persona, te echaremos de menos.