Aquello no me encajaba en absoluto. Una ciencia donde siempre has de estar pensando contrariamente a lo que parece lógico, siempre en tensión porque aquello que parece favorecer tus objetivos es el camino diametralmente opuesto al que has de seguir. Suspendí, lo cual también me pareció contrario a la lógica elemental, pero no me quedó más remedio que resignarme y matricularme al año siguiente con el único profesor que estaba libre, Diego Guerrero. Este profesor no hablaba de macroeconomía, sino de otra cosa que daba en llamar economistas heterodoxos. Su página web personal en la universidad abría con una fotografía de Marx y la Internacional de fondo. Toda una declaración de intenciones para quien, además, nos recomendaba cada día leer a Adam Smith. Aunque sólo fuera por cultura general.
Con Diego Guerrero la economía parecía recobrar la lógica. No porque sus alumnos fueran marxistas –en realidad éramos todos repetidores- sino porque la economía que él enseñaba nos decía, por ejemplo, que si se quiere un Estado de bienestar como Suecia se debería repartir mejor la riqueza del país. Aprendí mucho en aquella clase, además de pasar el curso, pero una vez salía del aula sabía que en el resto del mundo esa no era la economía de la que se hablaba.
Porque, admitámoslo, nadie hacía ni puñetero caso de la ciencia económica alternativa hasta que el invento de las hipotecas subprime estalló por los aires. Los cursos de economía crítica estaban absolutamente vacíos y negar la reforma laboral era ser un utópico o un antipatriótico. “There is no alternative”, no había alternativa.
Pero la profunda crisis económica y de legitimidad que estamos sufriendo ha hecho que algo cambie en la sociedad. Hoy los cursos de economía crítica se llenan y mucha gente que hasta hace dos años renegaba de la política y de la economía, de cualquier cosa que fuera social, ahora reivindica mayor participación en todos los ámbitos de decisión y un mayor y mejor reparto de la riqueza. Hoy todo es posible porque hemos descubierto el poder del compartir y de participar. Pero si todo es posible ¿por dónde empezamos?
Hay alternativas en un libro que da respuestas. Escrito por los profesores Vincenç Navarro y Juan Torres López junto con Alberto Garzón, joven economista y diputado de Izquierda Unida por Málaga. Comienza con un análisis del origen de la crisis internacional y de las causas por las que España se ha visto tremendamente afectada por ella. Este análisis es certero. Quizás todos podríamos hacer un relato más o menos veraz de aquello que ha venido pasando desde finales de 2007, pero los autores lo realizan perfectamente justificado con cifras y datos. Tan es así que casi no dejan rendija para la disensión.
Las posiciones de los autores son bien sencillas. La economía ha de estar al servicio de las personas, y no éstas al servicio de la economía. Con sus páginas rompen multitud de debates uniparadigmáticos que, apoyados por la prensa, nos conducen a varios callejones económicos sin salida. Rotas las dicotomías tradicionales, se dedican a poner cara y ojos a ese mal al que llamamos mercados, incidiendo en que éstos hacen lo que quieren porque nosotros –el Estado- no les ponemos ninguna traba.
Los falsos debates económicos, que giran en torno a cuánto y cómo recortar derechos sociales, son debates en realidad políticos camuflados de tecnicismos que impiden a los ciudadanos su participación real en ellos. Hay alternativas utiliza un lenguaje sencillo, retoma la lógica que todos abandonamos en esa primera clase de macroeconomía y de manera muy divulgativa explica cómo podemos superar la actual situación de crisis sin empobrecernos económica, pero sobretodo políticamente, aún más.
Pero no sólo de heterodoxos puede vivir el hombre. Últimamente me he encontrado en foros con pensadores de corte liberal que, ahora sí, se están viendo obligados por la realidad a realizar exactamente el mismo análisis de la crisis que el libro Hay alternativas. La diferencia es que mientras que los liberales proponen como solución la rebaja de los impuestos y de los salarios para aumentar la competitividad, los tres economistas que firman este libro aseguran que eso sólo traerá más pobreza y aumentará el tiempo de recuperación de la crisis para la mayoría de la sociedad. Que será a través de un sistema fiscal justo, de una reforma nacional e internacional de la economía que asegure un control de los mercados financieros, del incremento del poder adquisitivo de las clases populares –subida de salarios- y la promoción de las PYMES –frente al gran empresariado- la única forma de salir de ésta.
Hay alternativas es un libro didáctico de economía, divulgativo, que explica cómo funcionan aquellos resortes económicos que controlan nuestras vidas y cómo podemos hacerlos funcionar a nuestro favor. Se trata del libro de economía para hacer la revolución en familia, pues lo pueden leer y entender perfectamente desde el adolescente retraído hasta la abuela del "Hijo, tú no te signifiques". Al final la cosa no es tan complicada. ¡Es la política, estúpido!
El libro se puede comprar en cualquier librería por 10€, editado por Sequitur, pero también se puede descargar gratuitamente a través de este enlace a la interesantísima web de Vincenç Navarro.