Hay caminos para perderse Para sentirse rodar hacia el misterio, Para destrozar el vocabulario Y olvidar por un instante que estuvimos cercados por el miedo.
Hay como un lugar que no proviene, sino que está por dentro, Enmarañado, lanzando sonidos para poblar; Algunas veces uno da con esos vestigios de infiernillo: De luz develando animales como sombras cautivas. Y el hombre, el que apenas se yergue en el vértigo, El que sale de nuestros huesos a espantarse O a mirar con primitiva sorpresa Se reconoce, se palpa y se nombra.
Hay caminos para llorar y sembrar caudalosas tristezas, Sitios de enjambre y pampa alienando; Parajes de humildad donde penetra con dolor de infinito La sensación de lo huérfano, la señal del que murió entre los hielos.
Hay caminos para considerar el olvido, Inmensos meandros de obsesión Que se hacen tan extraodinarios como si fueran instantes; Y no se puede escapar sino estar en su centro, Desorbitantes espacios donde nadie puede, salvo fundirse en lo anónimo.
Hay rostros como caminos varados a la orilla de un milagro, Y emociones que parecen a veces revelar la alegría.
Hay manos que se empuñan para acreditar un camino E imágenes que hablan de abismos por donde escaparon las rondas; La fila borrosa de todas las certezas tan prendidas al rezo.
Hay algo que a veces se reconoce como un camino Nos hace temblar, amanecer, resoplar, sentirnos tan carne; Cosas que inventariamos con esmero, ambiciosos, embriagados de sueño. Cosas irrecuperables, que rescatan la vida, que señalan historia: Que se alejan, nostalgias finalmente, que perdemos sin duda.
Hay rincones para originar los caminos, Para esconder un tesoro, para abrir cartas en islas perdidas, para dejarle un destino, una ola de errancia a esos viejos navíos que sin quererlo, comienzan los mapas.
Hay situaciones que esperan un encuentro, Un hombre con huellas de ojos perdidos; Un hombre parecido a un camino.
Hay caminos para unir otros caminos, Para plagar lo cotidiano, Para publicar con satisfacción un piélago; Una pequeña certeza de verso y conquista.
Hay, Siempre hay un pretexto… Pero algunos lo dejan, Le temen al sueño: Se enredan en mundos donde habitar es un vicio.
Hay tonadas: sonsonetes como pasos que empujan, Que van enraizando en lo estéril todos los ruidos; pero el sonido comulga, reconoce la visión del que parte Y entonces, nace el recuerdo, la extraña forma de nombrar al viajero.
Hay lugares como un camino para comenzar Los hay,
Hay caminos.