“Hay que dar vuelta la página”. Patricia Pienovi A. Ex Menor

Publicado el 08 julio 2013 por Adriana Goni Godoy @antropomemoria

“Hay que dar vuelta la página”

… Y finalmente, a riesgo de que me encuentren repetitiva, o que piensen que “utilizo” mi condición de exmenor, o de hija de una torturada y de un torturador, seguiré testificando como sobreviviente que soy ya que soy y somos parte de un contínum histórico del cual no podemos escapar, aunque nos hagamos los lesos.

por Vittoria È Natto (Notas) el Martes, 7 de mayo de 2013  

Más de una vez se me ha dicho, más de una vez he escuchado: “vamos… hay que dar vuelta la página”…. ¿Acaso nos parece desconocida esta frase?. Más de una vez me he sentido interpelada por ella… por la secreta agonía que subyace en ella: un alma masoquista que desea permanecer en el dolor y se aferra a él, pues no sabe, no quiere o no ha aprendido, a vivir sin él.

 

Más de una vez me abofeteé el alma para verificar si aquella incapacidad de “dar vuelta la página” correspondía a un juego sádico-masoquista de víctimas y victimarios. Y siempre me he respondido lo mismo. Una y otra vez… majaderamente, mi alma resurge y dice…. se da vuelta una página o unas cuantas, en la vida de cada cual… cuando éstas son episodios… circunstancias… sucesos que te hacen crecer, de los cuales aprendes aún cuando te lleve mucho tiempo lograr los aprendizajes que te permitan triunfar con ese conocimiento vital.

Sin embargo, hay sucesos, hechos que no son sólo tales. Se trata de eventos generados en forma NO PARTICULAR sino social… donde lo particular, lo individual se ve intervenido por lo social, por un entramado que de suyo, ha sido originado por cada uno de los que componen el grupo social… este tipo de situación corresponde a un “daño NO particular” (DNP) el cual se contrapone al daño particular (DP).

Por DP entenderemos todas y cada una de las circunstancias, eventos o sucesos que nos ocurren en la vida como parte del proceso de crecimiento y eprendizaje que cada uno de nosotros hace a lo largo de su existencia. Entiéndase muerte de algún ser querido, separaciones en la familia, dificultades económicas, enfermedades catastróficas, accidentes, abandonos; en fin un conglomerado de situaciones que nos enfrentan a preguntas vitales y que, lo deseemos o no, nos vemos obligados a respondernos, aunque sea en lo más profundo de nuestro ser y no se lo confesemos a nadie.

Por otro lado el DNP es aquel que resultando en pérdida, mutilación, accidente, pobreza, pérdida de trabajo, salud física o emocional e incluso mental y/o muerte, es producido en un ambiente social predeterminado a causar dicho “daño” o “marca” con fines específicos en una determinada sociedad. Quien o quienes generan este ambiente, este movimiento social, entramado social con el fin de perseguir determinados objetivos… NO son personas en sí mismas, sino construcciones sociales. Es decir, no se trata del Sr. N.N. que produjo tal o cual daño en mi vida (eso es DP), sino de un Sr. N.N. que produjo un daño en mi vida para lograr un “bien” u objetivo que redundaría en un “bien mayor” para un conjuntos de Srs. N.N., todos los cuales se agrupan en un constructo denominado “sociedad”.

Así entonces, en esta tierra que me vio nacer y en esta vida particular que me tocó vivir, tan particular como la tuya. Hay un componente que lejos de ser privativo mío, es compartido por un número aún no determinado de compatriotas. Y me refiero a quienes osaron u osamos, pensar que el capital y la economía de libre mercado son formas inmorales e inhumanas de vida y por el contrario, optamos por lo colectivo, lo comunitario y el bien común. Todo lo cual no excluye a los de la “otra vereda” en cuando a las intensiones de bien común. Claro que detenernos a dirimir qué es el bien común, es un asunto que daría para una larga nota que no es pertinente en este caso.

Decía pues, que en este país que nos vió nacer, se produjo un fenómeno particularmente especial. Sí, estoy hablando del golpe de estado de 1973, la dictadura y la mal llamada transición democrática; en definitiva los invito a mirar la corta friolera de los últimos 40 años. ¡Uau y vaya que se dice rápido! y sin embargo, qué lento pasan también.

A principios de los 70 inmersos en el contexto mundial y con nuestra naturaleza chilensis que siempre está buscando aceptación en lo foráneo en lo que está más allá de la cordillera y el mar, tuvo la osadía de gestarse y hacerse realidad un proyecto novedoso e inédito, “la vía chilena al socialismo” planteada por el presidente Salvador Allende. Con la venia del mundo socialista y la fama y prestigio de los movimientos culturales europeos y de Francia específicamente, (vaya una muestra de su influincia  en las calles céntricas de santiago y ciertas construcciones snob que trataban de emular a la cuidad de las luces y su bohemia cultural).

Nada había de pecaminoso o subversivo en los planteamientos, todo ser humano está de acuerdo en que todos tenemos derecho a vivienda, salud, trabajo y protección social. Nada nos desunía, sino sólo el cómo lograrlo. Pues bien, este querido y pequeño, pero atrevido país llamado Chile, se atrevió a formular un camino hecho a la medida de lo chilensis, a la medida de lo nuestro a la medida del pueblo, y que finalmente tuvo a bien llamarse Unidad Popular.

En fín, no es mi idea llenar estas líneas con datos históricos, pues no soy historiadora; sino más bien situar en su correspondiente escenario lo que he planteado antes del Daño Particular v/s el Daño No Particular. Pues bien, cuando comenzó esto de la “vía chilena al socialismo”, nos granjeamos un pequeño pero importante lugar en la historia universal. Así muchos países y estructuras sociales ajenas a la nuestra volcaron sus ojos en esta suigeneries forma de vida y organización que pretendíamos darnos.

No sólo los Estados Unidos de América y la entonces Unión Soviética se volcaron a observarnos, sino varios otros actores del escenario mundial tenían puestos los ojos en lo que se hacía y no se hacía en este proyecto. Y bueno, qué pasó entonces, ¿Dónde comenzó el fin del proyecto?, ¿Dónde se generó el quiebre de un proyecto que se veía con buenos ojos en el conglomerado mundial?

Lastimosamente, no puedo dar respuesta a estas preguntas; tan sólo puedo limitarme a los hechos de los cuales fui testigo, y desde allí ví cómo la sociedad o más bien una parte de ella, desintió, estuvo en desacuerdo con la forma de lograr este tan anhelado “bien común” que planteaba la UP. Así pues se fue gestando un entramado social que fue cobrando fuerzas en base a la consientización de las personas y la imposición del miedo.

Consientización en la conversación de la “cola” para el pan, en la lectura de los diarios e informativos de la época, la propaganda anti socialista de los Estados Unidos de Norteamérica en el marco de la guerra fría post 2º guerra mundial, todo lo cual vino a esculpir en las mentes de los chilenos algunas ideas peculiares: “los comunistas se comen a los niños”, “estos quieren que todos vistamos iguales”, “no tendremos libertad”, “tendremos que entregarles nuestros bienes económicos al Estado para que se los regalen a los pobladores”, en fin…. una serie de verdades a medias y mentiras a medias. que permitieron cuajar en la mente de este país el escenario apropiado para que las FFAA se alzaran en contra de un gobierno elegido democráticamente, he hicieran lo que hicieron a partir del 11 de septiembre de 1973.

Hace poco tiempo llegó a mis manos una cifra perturbadora, setecientos mil muertos… (700.000.-) por la dictadura en Chile. Esta cifra esconde, sin duda un gentío enorme de “testigos” directos o no, de esta matanza llevada a cabo por las cúpulas de poder económico con la anuencia y ejecución de las FFAA. Entonces surge la pequeña pregunta ¿cuántos serán los testigos?. Pasando por las familias de los muertos, los sobrevivientes y sus grupos familiares, los vecinos y simples testigos; quizás podríamos llegar a elucubrar que alrededor de un 25% de la población sufrió los embates de esta mano dura que nos impuso el mundo del comercio, el mundo de las transacciones. Seguramente un sociólogo podría corregir mis cifras, sin duda alguna; sin embargo, no deja de ser interesante este “dato” para responderse acerca del tipo de sociedad que tenemos hoy en día, luego de 40 años del inicio de este proceso.

Cuando miro el escenario actual, a las puertas de una nueva elección presidencial recuerdo lo que mi padre me contaba acerca de los programas de la “derecha”, él me decía que estos señores sabían muy bien lo que hacían, que era necesario estar 40 años en el poder para que se implantara bien el nuevo sistema. Que era necesario una nueva constitución como primera fase de esta transformación y que luego habría que ir viendo cómo se movían a los actores de la política para conseguir lo que hoy tenemos. La implantación orgánica del sistema neoliberal en esta angosta faja de tierra.

Así pues nos convertimos en el laboratorio viviente de los tesistas de la naciente carrera de Ingeniería Comercial y gracias a los jóvenes que pactaron en Chacarillas, hoy tenemos este sistema que nos agobia a la mayoría mientras da respiro a los dueños de los bienes de este territorio. 

Cabe preguntarme entonces, si este país tiene dueños tan poderosos que logran que el poder político sea tan sólo un teatro de marionetas más o menos directo, entonces qué rol cumplen las instituciones de las democracias modernas en nuestro país. El estado, las cámaras, el poder judicial entramado que está al servicio de los dueños del territorio transformándonos en un país feudo y no en una democracia moderna. Seguramente podremos afirmar entonces que la postmodernidad en Chile no es más que el retorno a un feudalismo tecnologizado que nos brinda la apariencia de sociedad desarrollada o en vías de desarrollo.

Frente a tal retroceso en la evolución de la humanidad, que por cierto no es privativa de este pobre país, me piden que dé vuelta la página; osea, que siga mirando a bien al señor feudal que aún a sus más de ochenta lustros aún activa sus redes para que no salgan a la luz sus verdades. El Diario de Agustín por ejemplo, u otras tantas iniciativas que se siguen viendo cooptadas, y lo seguirán siendo mientras cierto segmento de esta sociedad no pierda la cobardía, el miedo intrínseco a la muerte. 

Así pues, a pesar de lo extensa de mi respuesta, estoy en plena facultad de responderle a aquellos que me dicen “da vuelta la página” que no, no me da la gana acogerme a la sombra del señor feudal, no me da la gana mantenerme a la sombra del árbol que da más sombra. No necesito seguridades ya que mis convicciones y la fuerza de la realidad vivida son mi amparo y la luminaria que me guía. Y finalmente, a riesgo de que me encuentren repetitiva, o que piensen que “utilizo” mi condición de exmenor, o de hija de una torturada y de un torturador, seguiré testificando como sobreviviente que soy ya que soy y somos parte de un contínum histórico del cual no podemos escapar, aunque nos hagamos los lesos.

Patricia Pienovi A ( Vittoria è Natto)

Santiago, mayo de 2013.-