“Esa tarde viene Cyzterpiller y me dice ‘mire si no le pagan al Diego, no juega’ (…) Y yo le dije ‘bueno, que no que juegue, qué quiere que le haga: yo no le puedo pagar’. La verdad, a mí me solucionaba un problema: si perdíamos, le iban a echar la culpa al pendejo este. Y si ganábamos, ganábamos sin él. Así que le dije ‘mirá, yo no le puedo pagar, si no quiere jugar, que no juegue’”, recordó Marzolini en el libro de Caparrós. Al cabo, Maradona pisó la Bombonera, convirtió el 1 a 0 de penal y dio el grito sagrado con Boca.