La pregunta que me surge, a partir de este dato de los superdotados, es por qué la gente asume los argumentos de las figuras de autoridad, sin someterlos a una valoración crítica. Con frecuencia, el ser humano actúa movido por motivaciones irracionales y egoístas, que afectan tanto a los líderes como a sus súbditos. A esto se suma, que el ser líder se puede subir a la cabeza, en personas acomplejadas, que por perder perspectiva y estar poseídos por la soberbia, pueden abusar aún más de otros, por considerarse infalibles. Y si esto es así, ¿por qué la gente aguanta tantas cosas?
Muchas personas consideran que es más fácil no protestar por nada, porque así son más buenos, les pagarán más, conservarán su puesto de trabajo, porque es mejor no dar problemas, etc. Pero precisamente el consentimiento pasivo de actitudes abusivas, lo que hace es que quién consiente se convierta en cómplice de las injusticias. Por eso, me parece que una motivación para cuestionar figuras de autoridad ineficaces, es luchar contra las injusticias, que si le afectan a uno, lógicamente afectarán posteriormente a quienes vengan detrás. Pero esta visión no es políticamente correcta. Lo mejor es ser conformistas, hacer lo que hacen todos, decir amén a cualquier pauta establecida, solamente para no invertir un ápice más de energía en la propia existencia. Sin darse cuenta de que así, precisamente se consume más energía vital, pues uno prostituye sus propios ideales y principios. Después viene la depresión, el vacío existencial y la búsqueda de una medicación que adormezca la conciencia, sin esfuerzo, sin modificar nada. Así se fraguan muchas crisis. Desde un conformismo y una pasividad acomodaticia, basada en temores irracionales infantiles, inseguridades, conformismos varios.
He visto hace unos días la película “Caballero sin espada” de Capra. En ella, se ve como un ser humano, pelea hasta el límite de sus fuerzas por defender sus ideales. A la vez, se puede ver en la misma, como funcionan las actitudes de diferentes chantajistas y corruptos que pretenden desanimarle y asustarle en su lucha. Así ha sido muchas veces.
Yendo a una realidad inmediata, tenemos el ejemplo de un religioso en Perú, que será expulsado del país, por defender los derechos de los indígenas del Amazonas. Es decir, el gobierno peruano, decide expulsar a un señor que lucha por ayudar a personas del país. ¿Desde cuándo es esto un delito?
Podría poner ejemplos de estos desatinos humanos hasta la saciedad, pero no quiero aburrir a los lectores, que se asomen por aquí.
Por último, apelo a la inteligencia de todos, superdotados o no, para luchar por nuestros ideales, estén o no de acuerdo las autoridades. Llegar a tener un puesto de autoridad no es una garantía de tener sabiduría, tal vez sí de tener habilidades para “trepar” por los entresijos del sistema. La idea de autoridad, debería ir más ligada a la idea de autoridad moral o de sabiduría, como ya expresé en una entrada anterior. Por mi parte, sí estoy dispuesta a respetar la autoridad de los verdaderos sabios, aunque no siempre los entienda. Hay personas que inspiran y dan confianza, sin demasiados argumentos o razonamientos profundos, y hay personas con muy buenos razonamientos profundos, que no inspiran confianza. Así que, superemos a los superdotados y no pidamos solamente esos razonamientos, sino fuerza interior, sabiduría, coherencia, humildad, ecuanimidad o como mínimo honestidad y amor al prójimo.
Me parece, que más allá de la inteligencia, la fuerza espiritual y humana de las personas es más digna de inspirar confianza y de darnos una dirección más válida, para superar las crisis o para dejarnos guiar en nuestras vidas cotidianas. Y si no tenemos un sabio cerca (pues escasean), apelemos a la sabiduría y sentido común interiores, o al menos luchemos por cultivarlos en nosotros mismos.